Diario de León
Publicado por
antonio papell
León

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La geoestrategia mundial se ha vuelto, afortunadamente, antropocéntrica.

Quiere decirse que la preocupación por los grandes equilibrios y desequilibrios del planeta tiene como unidad de medida al hombre, el destino de los seres humanos. Y aunque no siempre los grandes valores consiguen imponerse, es claro que los sátrapas que abusan de sus súbditos consiguen cada vez más difícilmente la impunidad.

Sin embargo, en este marco general se producen situaciones paradójicas que estimulan de nuevo la desconfianza en el género humano. Una de ellas hace referencia al distinto valor que se otorga a unos seres humanos frente a otros. Así, es evidente que las bajas israelíes y las palestinas no se miden por el mismo rasero en el interminable conflicto del Próximo Oriente, algo tácitamente aceptado por los propios palestinos cuando admiten intercambiar, pongamos por caso, a un prisionero israelí por varios cientos de palestinos.

Y en el mismo orden de ideas, resulta chocante la inmensa conmoción que produce el brutal asesinato de un periodista norteamericano, James Foley, a manos de un activista del Estado Islámico, cuando los crímenes masivos de esta siniestra organización contra diversos grupos étnicos y religiosos de Siria e Irak han ocupado páginas muy secundarias en los medios de comunicación occidentales.

El propio Obama, quien ya había efectivamente decidido intervenir de nuevo en Irak mediante ataques aéreos contra el islamismo radical al producirse el horrendo ajusticiamiento de Foley, ha endurecido su discurso tras la muerte del anglosajón, como si hubiese cambiado cualitativamente la condición de los terroristas por este crimen, que es uno más en el macabro genocidio continuado que lleva a cabo esta organización sucesora de Al-Qaida.

El sectarismo antropológico se ve también en otros ámbitos: la muerte de más de mil africanos por el ébola no pone a la comunidad internacional en pie de guerra como ocurriría con cualquier epidemia europea o americana.

Ni estimula la investigación acelerada en pos de nuevos fármacos, como sucedió con el VIH tras su irrupción en EE UU y en Europa. Todavía hay clases. Por colores, por etnias. La civilización igualitaria está todavía por llegar.

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