Alemania, erre que erre

Como es bien conocido, la Eurozona se estancó en el segundo trimestre de este año. Alemania registró en ese período un crecimiento negativo, al igual que Italia, que entraba oficialmente en recesión, en tanto Francia se mantenía también estancada. Éste es el panorama de una Europa asolada por la crisis y por las terapias conservadoras utilizadas contra la crisis, que han dejado una secuela de desempleo insoportable, inseguridad laboral, salarios bajos y pesimismo social.

Es difícil, con este panorama a la vista, no hablar de fracaso de Europa, máxime cuando otros han conseguido sortear la gran crisis global con mucha mayor habilidad. Como ha recordado recientemente Joaquín Estefanía, desde 2011 la economía de la eurozona ha caído un 0,4%, mientras que la de los Estados Unidos ha crecido un 5,2%.

Pues bien: los políticos, entretenidos con la renovación de la Comisión Europea, no han reaccionado a los malos datos del segundo trimestre y apenas el Banco Central Europeo ha salido al paso del evidente riesgo de deflación —sólo un pequeño sector de los economistas europeos lo niega— que padece el Viejo Continente, pero ha tenido que hacerlo contra el voto explícito de Alemania, es decir, del Bundesbank. Como es conocido, el presidente del BCE, seguramente alarmado por la evidencia de que la recuperación se hunde, lo que podría ser catastrófico para los países que, como España, están tratando todavía de salir del pozo, ha bajado todavía más los tipos de interés y ha anunciado una serie de medidas expansivas de gran calado, aunque a juicio de muchos todavía no suficientes para alejar los peligros que nos acechan.

En estas circunstancias, lo inconcebible es la pertinaz insistencia alemana en el error y su patológica hostilidad a unas medidas de política monetaria que muchos consideran todavía insuficientes para evitar la deflación en la Eurozona. En efecto, el martes pasado, en la presentción preliminar de los presupustos para 2015, el ministro alemán de Finanzas, Wolfang Schauble, el ‘martillo de herejes’ que condenó a España a los mayores sacrificios, defendió en el Bundestag los denodados esfuerzos de la actual coalición socialdemócrata-conservadora por consolidar los balances y alcanzar el déficit cero, anunció que Alemania no emitirá deuda el año próximo —será la primera vez que ocurra tal cosa desde 1969— y afirmó con énfasis fundamentalista que vulnerar las reglas clásicas de los presupuestos con la esperanza de incentivar el crecimiento económico «es un error y nosotros no seguimos por ese camino».

El drama es que los socialdemócratas alemanes, aliados de Merkel en una antinatural coalición, permiten sin rechistar esta política, con lo que el debate de ideas en la UE permanece bloqueado. Europa, anclada en su estabilidad, ni crece, ni investiga, ni se moderniza, ni sale en busca del futuro. Ésta es la desesperante situación auspiciada por Alemania. Una vez más.