Diario de León

LEÓN EN VERSO

Arriba los corazones

León

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Hay días que ni todo el boletín oficial basta para enterrar el legado que custodia el pueblo. El domingo que precede a San Froilán es una de esas fechas en las que fluye la patria, que es la infancia, y se enarbola altivo el pasado, que es la semilla de lo fecundo. No hay estampa más emotiva en la ciudad que la arenga de su gente al mozo que reta al cielo con el pendón y levanta al tiempo la herencia secular que vuelve en los sanmigueles leoneses entre miles de personas que llevan adelante el orgullo de una tierra. Arriba el pendón es un mandato. Hay que tener raíces de roble bajo los pies y una docena de apellidos cazurros para pinar una vara de doce metros sin que tiemblen las canillas. Por la fuerza no lo llevas, desengañan los expertos que saben que la maña es una mano izquierda encubierta que permitió vadear el Bernesga sin los caprichos de septiembre, caprichoso con las fuentes e indeleble con los puentes. Las mañanas del domingo que vocea a San Froilán no caben en las cinco páginas infames de los libros de texto de quinto de primaria (se excusa a la editorial) que adoctrinan a los niños de diez años sobre un pasado que es una falacia y un futuro de placebo a costa de justificar el presente a base de dogmas de fe, diarios hablados y las subvenciones a los lamelevitas. No hay otra vista tan colosal de la plaza de san Marcos como la que lancean los pendones; no hay murmullo más confortable en las calles leonesas que ese runrún que despierta al otoño y reúne a miles entre el canteo de los carros; los cascabeles de las parejas; las herraduras de las mulas. Doce de cada nueve hosteleros (dios salve a la hostelería que da de comer a León) recomiendan san Froilán. Qué falta le hace al domingo de las vísperas aparecer en un libro de texto que escupe propaganda. Y a la riada de gente que acompaña a los pendones ilustrar la transcripción de la triste y decrépita canción de Padilla y Maldonado que, como se sabe, se entona a diario en los hogares leoneses (página 65 del dietario de conocimiento del medio de quinto de primaria). Razón tienen. No es bien cultural. Un pendón es acerbo emocional. Una fiesta en la que no han conseguido hocicar y que sin promoción es un éxito asegurado; como el pastor de Luna. Después de ver la devoción de la gente por su pasado no se entiende cómo León ha podido perder así el futuro. Por menos se quedó Napoleón en el invierno ruso.

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