EDITORIAL: El caso del menú escolar exige una reflexión sobre el modelo

La Junta se comprometió ayer a actuar «de manera severa y contundente» en relación con el caso de las larvas de gorgojo aparecidas en los platos de sopa del menú escolar de cinco centros de la provincia. Lo hizo cuatro días después de encargar de inmediato una auditoría externa que determine el origen del problema, que no es un «incidente aislado y excepcional», porque son conocidos ya varios precedentes idénticos en Andalucía, Levante y Galicia en relación con la misma empresa.

Lejos de pretender acusar de negligencia a la adjudicataria, que es un extremo que tendrá que determinarse en la investigación abierta por la Consejería de Educación, parece evidente que el origen del problema sólo puede estar en la calidad de las materias primas o en la cadena de controles establecida, tanto por parte de la propia empresa, de la externa que debe supervisar el catering —habrá que ver también si la vigilancia rebajó la intensidad por un posible abaratamiento de costes— o de la administración, que debe garantizar la sanidad e higiene alimentaria del servicio.

Serunión sirve diariamente la comida a 5.270 escolares de 96 centros escolares de la provincia desde que el verano pasado se hizo con la adjudicación del servicio siguiendo un modelo ya generalizado y que en definitiva viene a reemplazar al sistema tradicional de elaboración de menús diarios en el propio centro o en el entorno por uno de producción y entrega semanal de un catering que se elabora a cientos de kilómetros y que exige un cuidadosísimo mantenimiento de la cadena de frío en el transporte y el almacenamiento antes de ser calentado.

Es exigible que la Junta cierre con urgencia y rigor esa investigación y determine el origen del problema, y en su caso que tome medidas que correspondan. Pero también debería reflexionar sobre si este modelo es mejor que el anterior y si realmente el precio compensa los riesgos, ya que parece que no la calidad.