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San Marcelo: patrón y legionario

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El hecho de que la festividad de San Marcelo, que fija el santoral en el 29 de octubre de cada año, resulte con frecuencia un día laborable, sustrae la atención popular en orden a la conmemoración de la festividad del patrón de la ciudad de León. Y aunque es cierto que en determinados momentos se han alzado voces reivindicativas en razón de su declaración como festivo, la verdad es que esos registros no han tenido resonancia alguna.

Sea como fuere, en esta antigua capital del Viejo Reino se ha rendido culto a San Marcelo desde muy antiguos tiempos. Así lo refleja el ceremonial protocolario registrado en las Políticas Ceremonias, del Marqués de Fuente Oyuelo, donde el noble leonés del siglo XVII dice de este tenor: «El día de San Marcelo, patrono de esta nobilísima ciudad, [el Ayuntamiento] se junta en la Catedral, y el Cabildo de ella sale en procesión, y va a la Iglesia parroquial de este glorioso Santo, que goza su inestimable cuerpo, y allí se dice la misa con toda solemnidad, y la Ciudad se sienta con el Cabildo en la misma forma que va dicho en los días de sermones y letanías: vuélvese a la Catedral, adonde se da fin a la función».

De acuerdo con el Martirologio Romano , Marcelo hizo testimonio público de su adhesión al catolicismo durante la fiesta conmemorativa de los natalicios de los emperadores Diocleciano y Maximiano, que ocupaban el solio de Augusto en forma de diarquía. Era el 21 de julio de 298. Por esta declaración, siete días más tarde es encerrado en una oscura mazmorra. Juzgado y martirizado posteriormente en Tánger, allí es ejecutado el 29 de octubre del referido año. La comunidad cristiana de aquel lugar dio a su cuerpo piadosa sepultura.

Siglos después, Fernando V el Católico, el Cabildo Catedralicio y el Concejo leonés acometieron el proceso de recuperación y traslado a nuestra ciudad de los restos mortales del Santo Centurión, después de la toma de Tánger, a raíz de la batalla de Arcila, el 28 de agosto de 1471, por Alfonso V de Portugal. Tras la conquista de la ciudad africana, se descubrió allí una tumba cuya lápida registraba una inscripción reveladora: «Marcellus, mártir legionense». Después de laboriosas gestiones, el 29 de marzo de 1493, Sábado Santo, llegaban a esta antigua Urbe Regia las citadas reliquias.

Tanto la devoción como el deterioro que presentaba el antiguo templo románico del siglo XII, posibilitaron la edificación de una iglesia nueva en honor de San Marcelo. El 19 de julio de 1588 puso la primera piedra el prelado legionense Francisco Trujillo. El nuevo recinto sacro, obra de Baltasar Gutiérrez y de Juan de Ribero Rada, arquitectos de la Catedral y del Palacio de Poridad, respectivamente, fue inaugurado el 10 de marzo de 1628, por Gregorio de la Pedrosa, obispo de León.

San Marcelo recibe veneración en el altar mayor del precitado templo. La imagen fue un encargo del regidor leonés Ramiro Díaz de Laciana y Quiñones a Gregorio Fernández, mediante contrato suscrito el 19 de febrero de 1628. Al parecer, el patrón legionense, en la mano derecha, ahora vacía, hasta el último tercio del siglo XIX, sostuvo una espada granadina de las llamadas «de la jineta», que había sido ofrenda de Fernando V el Católico al Santo. Circundan a esta efigie, aquéllas que representan a su esposa, Santa Nonia, y a sus doce hijos. Se fechan en 1722. José González, en su obra Vida de San Marcelo, (pg. 120), anota que los libros de cuentas parroquiales detallan que se entregaron «cien reales a Santiago Velasco, escultor, a cuenta de los hijos de San Marcelo, para el retablo». El arca de plata que contiene las reliquias del Santo Centurión, realizada en 1627, es obra del leonés Hernando de Argüello, entonces platero catedralicio.

Como dije al principio, San Marcelo ha gozado siempre de una sentida devoción entre los leoneses. Luis Pastrana, quien, además de dilecto amigo, fue también Cronista Oficial de la ciudad de León, en su magnífica obra Políticas Ceremonias de León, siglo XXI , (pg. 203), refiere, entre otras, la visita regia que hizo a León Isabel II en julio de 1858. Dice así Pastrana: «el paso por Astorga (de Isabel II), al volver desde Galicia, permitía reparar los malos entendidos que hubiese podido haber, y cuando el alcalde Balanzátegui propuso que una comisión municipal se desplazara hasta allí para agradecer a la Reina las limosnas entregadas a los leoneses, la negativa de los regidores fue prácticamente absoluta, y quien sí acudió fue el obispo Barbajero, que entregó a la reina un relicario conteniendo una reliquia de la tibia de san Marcelo». De esta votación también se hace eco J. Eguiagaray Pallarés en su obra León y la tragedia de D. Pedro Balanzategui Antuna , (pg. 58 y 59). El acuerdo se tomó en sesión municipal el 27 de agosto del antedicho 1858.

Pastrana, siempre meticuloso, yo creo que acaso por olvido, no elucida de dónde ha tomado la referencia concerniente al obsequio del prelado legionense a Isabel II. Eguiagaray Pallarés, incluso, ni cita esta cuestión.

A efectos meramente indicativos, y sin otro propósito que saciar la posible curiosidad de quien leyere, añadiré por mi parte que de ella se da cuenta en el Boletín del Clero del Obispado de León, nº 212, pg. 855, del lunes 20 de septiembre de 1858.

San Marcelo es el patrón de esta antigua Corte de Reyes. Y desde el 25 de enero de 1983, patrono también de la Policía Municipal legionense. Cada 29 de octubre, el Ayuntamiento de León y el Cabildo de la Catedral honran su memoria en el templo parroquial erigido bajo su advocación. La cita es a las ocho de la tarde.

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