Diario de León

TRIBUNA

Termina un Festival de Órgano desvirtuado

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Ha concluido el XXXI Festival Internacional de Órgano Catedral de León, el festival más anómalo de los celebrados hasta ahora. Justo un año después de la adquisición del gran órgano Klais de nuestra catedral, uno de los mejores de Europa, se ha celebrado un pseudo-festival sin presupuesto alguno de parte de las administraciones autonómicas y locales (Ayuntamiento y Diputación).

¿Es posible celebrar un festival de esta categoría si no se cuenta con un presupuesto? Por eso hablamos de un festival desfigurado. En primer lugar, por los ocho conciertos ofrecidos frente a los quince, aproximadamente, de otros años. En segundo lugar —y lo más sorprendente— porque dos de los conciertos de órgano fueron dados por la generosa y desinteresada colaboración de los ya conocidos organistas Giampaolo di Rosa y Jean Guillou; y los otros seis, gracias al Inaem (y probablemente, a su director, el leonés Miguel Ángel Recio), que apostó por León con una serie de conciertos, eligiendo este Festival de Órgano para abrir la temporada.

Y en tercer lugar, ¿qué ha ocurrido con el ilustre músico leonés, Adolfo Gutiérrez Viejo, fundador y primer director del Festival, que ha venido ofreciendo generosa y desinteresadamente un concierto de órgano, en las sucesivas ediciones del festival? León, el Festival y la Catedral tienen una deuda con este gran músico, fundador también de la Capilla Clásica, y —como catedrático de órgano— el mejor conocedor de este instrumento y hasta de la propia catedral (de la que fue organista titular). ¿Acaso se cumple, una vez más, lo que es habitual en nuestro país, apartar a todo aquel que es experto y competente en el tema, a causa de la mediocridad y la ignorancia reinantes? Según parece, este músico leonés proponía doce conciertos gratis, en la catedral de León, de expertos organistas de Castilla y León, ¿cabe mejor y mayor oferta?, y si es cierto ¿por qué, entonces, no se aceptó?

Podríamos decir, pues, que este Festival se ha celebrado de pura casualidad, a causa de la incomprensible actitud de las citadas administraciones, que colaboraron, año tras año, hasta conseguir al fin el órgano que merecía nuestra majestuosa catedral, y una vez adquirido, se han desentendido del Festival. ¿Cabe mayor incoherencia e irresponsabilidad? Imposible, es como el que ha adquirido el mejor coche para tenerlo aparcado en el garaje o de exposición. En cualquier caso, estamos hablando de algo injustificable, que sólo puede ser consecuencia de la ignorancia musical que padece nuestro país y, en concreto, los que gobiernan, ignorancia a la vez cultural y, quizás, hasta del cargo que desempeñan.

Y volviendo al recientemente adquirido, celebrado y tan pronto olvidado, órgano de la catedral, ¿no han pensado esos gobernantes lo que debería significar, para los leoneses, desde el punto de vista cultural y turístico, el aprovechamiento, el uso y disfrute adecuados de uno de los órganos más celebres? Hace un año, en esta misma tribuna, lo exponíamos con el único deseo de colaborar, de ofrecer ideas. Entonces, señores gobernantes, llegamos a la gran pregunta ¿para qué invirtieron ustedes unas cantidades tan importantes en la adquisición del flamante órgano? ¿Cómo lo justifican ante los leoneses, ante los cientos (¿miles, quizás?) de aficionados a la deliciosa música de órgano en el incomparable marco de la catedral?

No sé si habrá ocurrido algo semejante en otra ciudad de nuestro país, aunque —en estos momentos— todo es posible, debido al fracaso de la acción de tantos políticos gobernantes.

Pero, en este desvirtuado festival, probablemente haya otras responsabilidades. Ante esta insensata actitud de las administraciones, ¿cómo no se han manifestado los propios leoneses y, sobre todo, esos amantes de la música que han hecho cola, una vez más, a las puertas de la catedral antes de cada concierto? ¿Deberían —quizás— haber sido animados y guiados por una actitud más reivindicativa de la dirección del festival y de la asociación de amigos del órgano Catedral de León? ¿Y qué parte, de toda esta responsabilidad, corresponde al cabildo catedralicio? Ellos tienen su cuota importante de poder y autoridad, y por tanto también de responsabilidad, aunque sin olvidar que el órgano adquirido —como la propia catedral— pertenecen a todos los leoneses.

El cabildo es el administrador, no el dueño, y como tal debe colaborar en el justo uso y disfrute del órgano y de la catedral por todos los leoneses. ¿O es que, al final, será cierto que los leoneses somos fríos, pasivos, y tardamos en reflexionar y reivindicar lo que nos pertenece? Y, lo que sería aún más grave, ¿acaso este gran órgano viene demasiado grande a los leoneses, comenzando por los que gobiernan? El tiempo lo confirmará.

Para concluir, no se deberían repetir semejantes errores, en el futuro, y como es de sabios rectificar, bueno sería que, a partir de este momento, todos los leoneses que aman verdaderamente su catedral (con los gobernantes a la cabeza), no olvidaran que en ella se alberga uno de los mejores órganos de Europa y que nada puede hacer un mayor honor a la Pulchra, que poder escuchar su bello y elegante sonido un día tras otro. Eso es lo que desean cuantos leoneses, turistas y visitantes asisten a cada uno de los conciertos en que el órgano resuena con su imponente majestuosidad sobre los vacíos, las vidrieras y la piedra de la igualmente majestuosa catedral.

Tampoco deberían olvidar los leoneses (sobre todo, los gobernantes) la gran rentabilidad que se puede y se debe obtener de este instrumento. Para ello, déjense aconsejar, por favor, de los expertos y entendidos; es lo que debe hacer un buen gobernante.

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