Diario de León

FUEGOAMIGO

Los reumas de don Luis

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

Creado:

Actualizado:

U n reportaje de Cachafeiro, en el periódico del domingo, remueve uno de los enigmas de la ciudad: el derribo en el otoño de 1966 del viejo Instituto Padre Isla, que asomaba su fachada monumental a Santo Domingo. Resulta que este abril cumplía el siglo, que no le dejaron alcanzar. De este modo, la ciudad se quedó sin uno de sus edificios singulares, como puede apreciarse visitando el resto de capitales de provincia, que tienen en el Instituto General y Técnico una de sus joyas contemporáneas. Pero León lo perdió hace casi medio siglo. Aquella primavera, la tarde del 27 de mayo, había ardido como una tea la techumbre de la catedral. A los sesenta y cinco años justos de su inauguración solemne, en un festejo que conmovió a Clarín, ya herido de muerte. Fue el último viaje del escritor, que falleció a los quince días. A su regreso, confiaba a los amigos haber pasado en León «horas verdaderamente felices». Quizá evocando la magia de sus escenarios de infancia.

El derribo del viejo instituto no tuvo más motivos que la aciaga coincidencia de un director reumático y un responsable de Enseñanza Media deseoso de obsequiar a su tierra. Sesenta años después de su creación oficial, se había resuelto por fin el concurso para construir un instituto, que se adjudicó al proyecto de Emilio García Martínez (1875-1950) y José Luis Oriol (1877-1972), arquitectos recién titulados. García Martínez enseguida se colocó en del Catastro en Oviedo, acreditándose como pintor de paisajes regoyescos. Oriol fue empresario hidroeléctrico y ferroviario, impulsor del Talgo, político conservador y yerno del marqués de Urquijo. Su proyecto de instituto para León fue el primero de ambos arquitectos y tanto en su diseño como en la distribución de espacios contiene «citas casi literales de la magna obra madrileña de su profesor Antonio Palacios». Como el modelo era excelente, su resultado fue más que estimable.

Cuando se acuerda su derribo, en el verano de 1966, el metafísico cepedano Ángel González Álvarez lleva ya un lustro al frente de la dirección general de Enseñanza Media, que abandonará un año más tarde. Es época de siembra de institutos por la provincia. Y el director del Padre Isla era don Luis López Santos, tan decisivo en su tutela. Cuando termina aquel curso, don Luis tiene sesenta y tres años y como director del instituto administra las becas escolares y con las sobras construye el colegio Jesús Divino Obrero, ahora residencia de curas. Lleva un cuarto de siglo como catedrático de Literatura, ocupación que combina con las más altas dignidades del cabildo catedralicio, y en la confianza de una sobremesa compartida le reclama a su discípulo un instituto nuevo, porque las humedades de aquel recinto le alborotan el reuma.

tracking