Diario de León
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CAMINO GALLEGO
León

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E staba cantado. Ya lo adelanté el 27 de octubre y ahora la realidad lo confirma. Resulta que unos niños de cinco colegios leoneses y otro de Segovia se encuentran en el plato de su menú escolar unos gusanitos que no eran de los que vienen en bolsa como la famosa chuchería. Alguno con hambre pudo probar la sopa de cocido con tropezones hasta que alguien reparó en los extraños fideos que nadaban en el caldo. Y ahí se acabó todo. Los niños se quedaron sin primer plato y pasaron directamente al segundo y al postre. Los padres pagaron por el menú completo, aunque sus hijos no lo consumieron y menos mal que no lo hicieron, aunque desde la empresa suministradora de la comida se encargaron rapidamente de decir que esos gusanos no eran dañinos para la salud. Se les olvido añadir que lo aseguraban con conocimiento de causa, porque ya se los habían servido antes a otros colegios y pensaban seguir haciéndolo. O aunque no lo pensaran, lo hicieron, porque poco después fueron los alumnos de un colegio de La Rioja los que se quedaron sin primer plato, después de pagar también el menú completo.

Si usted va a un restaurante ya son muchos en los que puede elegir entre el menú completo o un plato más pan, postre y bebida, que evidentemente tiene un precio más económico que todo el menú del día. Sin embargo en los colegios citados los niños han comido un plato y han pagado por el menú completo. Esto es un timo, un robo o un abuso, como quieran ustedes denominarlo. Y ese delito lo ha perpetrado la Junta de Castilla y León, que es quien tiene competencias en el asunto. En el expediente abierto se denomina el tema cono «incidente alimentario» y se resuelve con una multa de 134.600 pesetas a la empresa Serunión, que las pagará tan contenta de que con ese dinero se haya zanjado el problema y pueda seguir «colaborando con las autoridades de la Junta para implementar el Plan de Mejoras en los comedores escolares». Esperemos que ese plan no pase por aumentar el calibre de los gusanos en nuevos menús. Es preferible que la carne la consuman los niños de otra manera.

Los alumnos comen un plato menos y así se lucha contra la obesidad infantil. Los padres pagan lo mismo y no tienen derecho al pataleo. La Junta —que no ha sido perjudicada y para la que no tenía importancia la incidencia— cobra 134.600 euros. La empres los paga y sigue con la concesión. Todos contentos.

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