Diario de León
Publicado por
EMILIO GANCEDO
León

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La ensalada mixta de siglas y candidatos que concurren a las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo, esa votación con un innegable sabor histórico, alumbradora de no se sabe muy bien qué, es tan diversa en sus ingredientes y sus aliños que haría falta una guía de uso, un manual con croquis e infografías, para poder aclararse medianamente. Hasta donde yo he podido saber, que no es mucho, hay partidos que a uno le suenan —y esto casi es lo peor que a estas alturas se puede decir de un partido— y otros que ni por asomo. Claro que no estamos ante formaciones nuevas del todo sino que son algunas de las conocidas pero con un capote de independencia y de ciudadanía, de concejo medio abierto o medio cerrado, echado por encima. Parece como si les causara cierto sonrojo presentarse con sus nombres auténticos, como si quisieran gritar a los cuatro vientos «¡somos otros!, ¡frescos y limpios!»; la renovación, cierta o fingida, es el credo de estos comicios, y en pocos días sabremos si la estrategia fue acertada o catastrófica. Otras aparecen como puras agrupaciones de electores aunque con viejos zorros de la política agazapados en sus filas o capitaneándolas, y soy muy fan del candoroso lema de una de ellas, alejado de cualquier sutileza y en el que no creo que haya metido mano ningún asesor de campaña: «Todo va a ir bien».

Son unas elecciones tumultuosas y de rebullón, un camarote de los hermanos Marx con mucha quiniela de pactos y alianzas, y buena cosa es, cuantos más candidatos mejor, aunque también sucede que supuran un no sé qué lánguido y desvaído, como si la gente ande temiendo que sea demasiado gasto de papel para que al final salgan los mismos. Al menos en esta ciudad nos compensa el impagable espectáculo esotérico de cierta gente, un echar las cartas para que salga el as de copas que no es nuevo, pues antes fueron otros los que colocaron santo de paja en el horizonte: León 1.100, León, cuna del parlamentarismo. Lo anunció Arrabal, borracho como una cuba, «el milenarismo va a llegar». Aquí ya lo tenemos encima.

No sé yo si nos aclararemos con tanto batiburrillo. Andrés Pajares, al comienzo de la democracia, expuso el problema como nadie: «Un amigo mío se ha hecho un lío y ha votado a la Renfe».

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