Diario de León
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césar gavela
León

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S e habla en estos días de la marca León, de difundir mejor lo mucho que la provincia ofrece. La idea es buena, pero es muy difícil concretarla. Porque vivimos en el país del mundo que mejor gestiona el turismo y resulta harto difícil ganar posiciones en esa competencia.

Cabe preguntarse: ¿qué sugiere la palabra León en las regiones españolas más alejadas, donde nos conocen menos? Me atrevería a decir que León interesa sobre todo a un pequeño sector de esa población, por lo general de nivel cultural medio o medio alto. Para esas personas el nombre de la provincia evoca su bella capital, acompañada de otros cinco escenarios: los Picos de Europa, el Camino de Santiago, Las Médulas, la ciudad de Astorga y el Bierzo en su conjunto, con Villafranca y Ponferrada como sus polos de mayor atractivo. El resto de la provincia, pese a su encanto, queda injustamente en sombra. Acaso con la excepción, más literaria que real, del valle de Babia. En conjunto son muchos lugares pero arrastran a pocas personas.

¿Se puede mejorar esa realidad? Seguramente. Pero para ello precisamos de dos sinergias. Una con los vecinos del norte y del oeste y la otra con los de la comunidad autónoma. Porque solo como territorio provincial lo tenemos muy difícil. Tanteemos mejor la propuesta empezando por la geografía del Duero. La ciudad de León —y la de Astorga— necesitan fortalecer su pertenencia a una de las dos mejores redes urbanas del turismo cultural español (la otra es Andalucía). León, junto con Zamora, Salamanca, Valladolid, Burgos, Segovia, Palencia, Ávila y Soria configura un mapa de la belleza y el tiempo plenamente extraordinario.

La otra suma nos lleva al Noroeste interior, una marca que está ahí, que también es leonesa, pero que apenas se ha desarrollado. Apenas se lo hemos contado al resto de los españoles. León también es esa región montañosa y verde, esa patria de la literatura y del misterio, tan hermanada con las tierras de Asturias y Galicia. Eso hay muchísimos españoles que no lo saben. Y se trata de una mirada auténtica, amplia y singular. Esta idea, naturalmente, beneficiaría mucho al Bierzo, que así vería refrendado el certero eslogan que lo sitúa como el corazón del noroeste. Con sus auras gallegas y astures sobre su inequívoca base leonesa. En definitiva, la marca León podría ser el fruto de un diálogo de los dos escenarios principales de la provincia: la capital y Astorga por un lado, y el Bierzo por el otro. Dos mundos unidos por la ruta jacobea y con el prodigio único de Las Médulas como más original emblema. La catedral romana de tierra roja y castaños por un lado y la catedral blanca, gótica y pura del templo leonés por el otro. Las Médulas, como crisol del Noroeste Interior. Y León ciudad como símbolo de esa leonesidad del Duero que se abre a España y a Europa.

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