Gobierno para la mayoría

N o sé por qué me han dejado fuera. Van y dicen algo como: —Gobernar para la mayoría. Lo he visto en los carteles que piden el voto y no sé de qué partido es ahora mismo. Lo que sí sé es que me han dejado fuera, porque yo no he pertenecido nunca a ninguna mayoría y no creo que haya muchos que se sientan «pertenecer» a nadie, por aquello de la libertad. Y si sí, malo para quien así se sienta. ¡Lo que me faltaba! Que después de todo aquello, que me digan que pertenezco a alguien. No me da la gana.

Estoy solo y reivindico ese reducto de soledad. Y llamaré cabrón al que me asigne mayorías o minorías y tiraré el voto a la papelera si me vuelven a reconocer dentro de un grupo cualquiera. Si tuviera simpatía por el PP, el PSOE, Ciudadanos etc… y me consideraran mayoría privilegiada para la que gobernar, renunciaría a esa simpatía y aborrecería de sus líderes. ¡Váyanse al cuerno!

O gobiernan para mí solo porque soy un todo o gobiernan para un todo en el que me encuentro a mí mismo y se llama democracia. Porque democracia ha dejado de ser el poder del demos o pueblo, desde que «pueblo» es palabra ultrajada por socialismos y fascismos, comunismos y liberalismos. No más falsificaciones.

Democracia es el delicado gobierno sobre los iguales en derechos que es gente con una vida limitada, llena de dolores y miserias, gente, con la idea de un poquito de felicidad antes de irse al hoyo. (Valor, amigo, aprieta el culo y aguanta porque minuto a minuto te vas muriendo).

Democracia es la palabra que pone cuidadito, compasión y cautelas en las decisiones de los que gobiernan, porque los gobernados siguen creyendo en ella. Y los gobernados ni toleran insultos entre los que se presentan como candidatos —¡Por sus insultos los conoceréis!— ni pueden aguantar la injuria de que los gobiernen, contra promesas que les hicieron antes de que depositaran el voto.

Democracia es el manejo delicado hasta la histeria, del último céntimo, porque es sangre del que se lo quitó para mejora de todos. Si no fuera exagerado diría que, como en Grecia, democracia es «pena de muerte» para quien defrauda porque roba al desgraciado y frustra la pequeña expectativa de quien esperaba desde la cama de un hospital, desde la silla de ruedas, desde una mesa de migajas y un paro injurioso, un reparto que le ayudara a vivir un poco mejor… no más, sino un poquitín mejor, aunque solo fuera un céntimo de euro mejor. Vale. ¡Que ya me han dado la tarde, con el cartelito, maldita sea, que ni siquiera vi a quién pertenecía y me temo que podía ser de cualquiera de los que andan a gritos por las calles!

No quiero amargarte, amigo, pero ayer... Ayer fui a comprar pienso para mi gatito tuerto. Una señora tenía allí un perro al que le estaban arrancando garrapatas: —En primavera abunda este parásito—, dijo el veterinario. Y un señor que parecía ausente, con un perrito cojo, añadió desoladamente. —¡En primavera y con elecciones, fíjese usted!

Encendí el móvil y en Wikipedia encontré esta definición que me ha dejado con retortijones para todo el día de hoy.

Garrapatas: «Son ectoparásitos hematófagos (se alimentan de sangre) y son vectores de numerosas enfermedades infecciosas entre las que destacan el tifus o la enfermedad de Lyme».