Diario de León
Publicado por
EMILIO GANCEDO
León

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S on especie común en los zoológicos mediáticos un género o familia de analistas y comentaristas, de tertulianos y especialistas, cuyas posaderas están tan hechas a los asientos del plató que ya parecen formar parte indistinta del propio atrezzo catódico. Uno observa cómo hablan, cómo se mueven y cómo bravuconean o se implan o parecen escandalizarse o celebrar con risotadas cualquier pijez, y parece todo esparaván de teatrillo, tortas de guiñol propinadas con garrote de gomaespuma. ¿Por qué siempre están los mismos?, preguntamos. Incluso en cadenas diferentes, opinando de los más dispares asuntos, ante este o ante el otro, nada les arredra y ahí siguen perennes sin tomar tiempo ni aire, la palabra al borde de la boca, oráculos de todo y sabios de nada. Imaginamos los focos apagándose y a los operarios desconectádolos tipo cyborgs , y el desvanecerse poco a poco de la fría luz de sus ojillos al estilo Terminator.

Algunos se dicen periodistas y al menos otro dirige un periódico, pero, ¿cuándo diantre ejercen? No tienen precisamente pinta de andar con la lengua afuera para llegar al cierre de edición. Y a las trifulcas que protagonizan se les ve no poco el cartón. Quizá por eso los ficharon, para dar espectáculo, para dividirlos en moros y cristianos y divertir al personal con espumarajos de artificio. Así es la tele, que no pare la música o caerán todos de culo. Y qué lástima ver cómo dan incesante pábulo a estos monetes de feria. Con la tantísima gente a la que se puede escuchar, gente franca, cabal, meridiana, enciclopedias del humano saber. ¿Quieren ejemplos? Ahí van los de dos mujeres nonagenarias, y aunque no quisiera ser como Umbral y venir aquí a hablar del mi libro , pido la venia. Así sintetiza la crisis la cántabra Lines Vejo: «Yo creo que desde hace unos años la gente se ha calzado... muy sin medida. Tú el zapato pon el tuyo, que si no, adiós calcañal , te hace unas rozaduras de mil demonios». Y la riojana Juanita Somalo: «Los gobiernos, hoy, tienen muy poquito que hacer, las normas vienen dadas de otro lado y las multinacionales son las que imponen su criterio y sus pautas. ¡Y los gobiernos están más a dar la cara al capital que a otra cosa!».

Como el agua de la fuente.

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