Diario de León
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GONZALO UGIDOS
León

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L eo en la revista Science que el derretimiento de la Antártida ya ha empezado y parece imparable. Esos témpanos contienen agua suficiente para elevar los niveles del mar más de tres metros. Antes que la de París, ha habido ?veinte cumbres auspiciadas por la ONU para adoptar decisiones que frenen el cambio climático, terminaron en el fracaso o la amargura mientras la naturaleza sigue mandando señales inquietantes. El año 2015 ha sido el más caluroso de la historia y aumenta la frecuencia de los fenómenos extremos: tormentas, inundaciones, olas de calor y sequías. El número de personas expulsadas de sus casas por los desastres climáticos supera al de los desplazados por las guerras que, en algunos casos, están relacionadas con el calentamiento global.  

En Siria la temporada de lluvias empieza en noviembre y termina en abril.  Sólo un tercio de las granjas tiene sistemas de riego,  el resto depende de los azares del clima. La provincia de Al Hasakah, el granero del país, recibe un promedio de 270 mm. anuales de lluvia, que es lo que cae en el último trimestre del año en Riaño. En el invierno de 2007, la temporada de lluvias nunca comenzó en Al Hasakah.  Al año siguiente fue peor,   el país vivió su invierno más seco de la historia, la cosecha de trigo se malogró y los precios de los productos básicos se más que duplicaron. El representante sirio en la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advirtió a los funcionarios estadounidenses que la situación estaba generando una «tormenta perfecta» que podría socavar la estabilidad del país. Pidió ayuda, pero   EE UU no hizo nada. La sequía persistió y cientos de miles de agricultores se trasladaron a ciudades como Damasco, Alepo y Homs.  Allí se unieron a más de un millón de refugiados iraquíes desesperados. La sequía trajo la guerra y la guerra trajo el yihadismo.

En la campiña inglesa de Cornualles conocí en los años 80 a James Lovelock, autor de Gaia, el libro que fundó la conciencia ecológica. Me dijo que la Tierra es un organismo en el que todos sus elementos, vivos o no vivos, son interdependientes. Me dijo que son los seres vivos con sus emisiones los que producen la atmósfera y no al revés. Los griegos creían que la diosa Gaia castigaba a los que trasgredían las leyes de la naturaleza. La mitología se entrelaza con la ciencia: los mitos y las ecuaciones son la voz de la verdad. Cuando Laurent Fabius, ministro francés de Exteriores, dice que «la lucha contra el cambio climático y la lucha contra el terrorismo serán los dos principales desafíos del siglo XXI”, parece olvidar que tal vez sea una misma lucha: si desafiamos a la naturaleza, perdemos en todos los frentes.

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