Diario de León

NUBES Y CLAROS

La gracia en el culo

Publicado por
maría j. muñiz
León

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Todavía recuerdo con sonrojo la única vez que tuve arrestos para plantarle cara a alguien que pensé que me estaba tomando el pelo, telefónicamente hablando. Detrás de todo aquello se escondía uno de los momentos más importantes de mi vida profesional, que no pude o supe apreciar en toda su dimensión en su momento precisamente por desconocer el misterioso entresijo de los vericuetos del ‘te digo lo que me estoy callando’; y también por falta de picardía y maldad (bendita inocencia, ojalá me dure para siempre) frente a los resabiados envidiosos enredadores miserables que acechan en cada esquina de tu pequeño éxito personal.

El caso es que yo le colgué el teléfono a un señor de muy alto cargo (que para mi fortuna era maravillosa persona y tuvo la humildad y la paciencia de insistir) al grito de ‘me suena tu voz, capullo; cuando te identifique...’

Adoro las sorpresas de quienes me conocen, pero me desequilibran hasta el infinito los sobresaltos que sin explicación ni lógica arramplan sin contemplaciones ni atención al momento anímico-festivo que me atropella, con ocurrencias más o menos absurdas que irrumpen bajo la excusa de la broma.

Si la ironía es la máxima expresión del sentido del humor inteligente (por cierto, requiere inteligencia por parte de quien la pergeña tanto como por la parte que la recibe); la zancadilla del engaño que hace que se rían de tu perplejidad no deja de ser la colleja cobarde del grupo de chulos de 5º B contra el inocente (¿hay concepto más sublime y merecedor de protección?) que aterriza en 1º en el patio pensando que allí se juega por diversión y para hacer amigos. ¡Qué asco de ratas sólo valientes en pandilla crecida frente al débil!

Esto no va de la estremecedora realidad del acoso escolar. Viene al caso esta vez de la ‘broma’ de un ‘humorista’ que consiguió hablar con Rajoy haciéndose pasar por el nuevo president de la díscola jerarquía catalana. Es un modelo ‘‘‘humorístico’’’ que retorna cada vez que uno de los desaprensivos que lo intenta llega al teléfono de un dirigente.

Si mentir a Hacienda o a tu empresa es un delito, y lo es la suplantación de personalidad para otros menesteres, no veo por qué no se publicita el castigo a los gilipollas que una y otra vez asaltan la buena fe de los demás, más en estos casos de demases contra quienes ostentan la legitimidad de los ciudadanos, para darse un pobre baño de gloria haciendo el imbécil cual nietos de doña Rogelia. Absurdo, inútil y repulsivo.

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