Diario de León

FUEGOAMIGO

Encrucijada de prosperidad

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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L a encrucijada fluvial y de caminos en que se despliega La Bañeza explica su prosperidad como cabecera de una pujante comarca agrícola. Se trata sin duda de un emplazamiento escogido con criterio. El abrazo de los ríos Duerna, Tuerto y Órbigo ensancha la vega, que aguas abajo de la ciudad recibe el caudal indeciso del Jamuz. El Órbigo es un río de ribera, formado por la unión de las aguas del Luna y el Omaña. O sea, un río sin fuente y más bien administrativo. La vega de La Bañeza surtió de legumbres y productos hortelanos un mercado que Madoz llegó a calificar, hace ciento cincuenta años, como el principal de Castilla, con perdón. Durante siglos compitió en rango con el de Medina del Campo, que es la villa de las ferias.

En una tierra de precintos, La Bañeza sorprende por su estampa de ciudad abierta, moderna y distante del usual tenebrismo de nuestro medio rural. Un lugar más conocido por el eco de sus carnavales que por el empaque de sus monumentos, que tampoco faltan. Hay una anécdota histórica que puede servir para entender de un plumazo el talante festivo de los bañezanos. La torre de la iglesia de Santa María, que es tanto como decir su tótem urbano, remata en unas almenas postizas, que le dan ese perfil truncado e inconcluso. Quien detiene su vista en ella cae en la cuenta de que es obra robusta de la segunda mitad del dieciocho, cuando las obras se hacían con fundamento. Y en efecto ese aspecto tienen los cuerpos en pie. La explicación es toda una metáfora de la ciudad. Ocurrió que a mediodía del 11 de agosto de 1894 un cohete de las fiestas se alojó en el chapitel de madera que coronaba la torre y lo incendió. A pesar del tiempo transcurrido, ahí sigue la torre desmochada, formando parte del paisaje urbano junto al remate cascabelero de su ayuntamiento modernista.

La plaza Mayor de La Bañeza no es un espacio convencional. Conserva soportales y preciosos edificios centenarios junto al ayuntamiento del arquitecto Cárdenas y la iglesia de Santa María. También cosecha algún disparate urbanístico, de los que apenan seriamente. Santa María es una iglesia del dieciséis con atavíos barrocos, entre los que destaca una Piedad de Gregorio Fernández. Los soportales dan cobijo a comercios centenarios, entre los que tienta al viajero un escaparate confitero.

La Bañeza tuvo su historia valerosa en las Navas de Tolosa, cuando el rey Alfonso VIII le concedió la distinción de muy leal, y en episodios posteriores, como la guerra de Independencia. Pero el título de ciudad lo recibió en 1895 de la regente María Cristina, tatarabuela de la infanta homónima desposeída esta semana de los honores bañezanos. Su emblema es el precioso puente de hierro sobre el Tuerto, centenario desde hace diez años.

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