Diario de León

HOJAS DE CHOPO

Medallas, birretes y castañuelas

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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Los ventiladores de la mierda, excesivamente olorosa, se enfocan hacia otra parte para que salpique a los de enfrente y disimule la necesidad de la limpieza propia. Cada día, un nuevo sobresalto: la corrupción, más generalizada de lo que parece, es uno de los argumentos políticos que enredan el panorama sin soluciones correctoras propuestas con todo el rigor, la contundencia y la voluntad necesarias para que se atajen los problemas y no crezca la incertidumbre. Palabrerías, retorcimientos de argumentos y dejar que pase el chaparrón no hacen más que enquistar el problema, que, así planteado, preocupa pero aburre al personal. Siempre lo mismo.

En un contexto amparado en la euforia de las vacas gordas, se produjeron concesiones de medallas y colocación de birretes al son de las castañuelas patrias. En la mayoría de los casos, de forma justa y honrosa. En otras, no tanto. Y a las pruebas de desposesión de distinciones y otros atributos de fuegos artificiales me remito. Casi en todos los casos, la corrupción de fondo. La cosa se ha puesto de nuevo en el candelero a raíz de la revocación de honores a Cristina de Borbón en Barcelona y La Bañeza. Las redes sociales, a veces con no pocos exabruptos, amplían el radio de acción a buena parte de la vieja piel de toro, como había ocurrido también cuando los BOP se llenaron de banderas propias, cordones y medallas al mérito, el talento y la laboriosidad. En algunos casos creadas ex profeso para colgar en cuellos, pechos y cabezas que nada tenían que ver con el asunto. Políticos intermedios que, pensando en el escalafón ascendente, pretendieron condecorar a los de arriba por hacer un trabajo por el que cobran y para el que nadie fue a buscarlos a casa. Confundieron mérito y obligación. El eterno do ut des. Decisiones tomadas en la calentura emocional de las circunstancias, sin análisis. Incluso con no pocos corifeos ideológicos que pretenden simplemente el deslumbramiento ocasional con otros intereses. En el caso de algunos birretes, la aprobación de modelos sociales esporádicos sustentados en el éxito rápido, al que una sociedad envalentonada quiso proponer como guía que había de seguirse y que, a la postre, tanto daño hizo en más de una generación. Y es que, en estos casos, pocos, menos mal, solo se midió la sangre, el poder y las triquiñuelas de los cazadores de recompensas. Fijaciones enfermizas. ¿Méritos reales y positivos?

Confieso que me apenan estas situaciones. Sobre todo porque confirman nuestra clásica pereza intelectual, tan alejada del análisis y la ponderación, y porque, en buena medida, el problema reside más en quien otorga los honores que en quien los recibe. No sé si han de devolver los atributos. Pero sí tienen que devolver la pasta, claro, que incluso pretenden que sirva para redimir. No entro en lo del honor, que «es patrimonio del alma». ¿Quién lo dijo?

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