Diario de León
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EL CORRO PEDRO VICENTE
León

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D esde que Rajoy se instaló en los aposentos de La Moncloa, en los que permanecerá al menos unos cuantos meses más y sin el menor ánimo de mudanza, la Junta de Castilla y León las ha tenido tiesas y de todos los colores con dos ministros convertidos en otras tantas bestias negras del gobierno de Juan Vicente Herrera. Los encontronazos con Cristóbal Montoro han sido permanentes a lo largo de la pasada legislatura, ya fuera por asuntos referentes al déficit y a la financiación autonómica, ya fuera por cuenta comúnmente conocida por el apellido del titular de Hacienda. El último enfrentamiento se ha producido hace apenas un mes, cuando Montoro arremetió contra las comunidades autónomas que habían incumplido el déficit en 2015 y conminó a las mismas a que congelaran gasto en 2016 por un montante equivalente.

La Junta plantó cara a una medida que en la práctica hubiera supuesto recortar 328 millones el gasto social presupuestado y, como fuera que ninguna comunidad estaba dispuesta a pasar por esas horcas caudinas, Montoro al final ha tenido que recoger velas y sofocar el incendio que el mismo había provocado. Eras muchos callos a pisar por un gobierno en funciones, máxime cuando ya era evidente que estábamos emplazados a volver a las urnas el próximo 26 de julio. Y el repliegue del ministro no quedaba ahí, ya que lejos de aplicar las clavijas a las haciendas autonómicas, el gobierno Rajoy ha elevado del 0,3 al 0,7 el límite de déficit de las comunidades para 2016, con lo que la Junta dispondrá de un colchón de 216 millones de euros con el que no contaba. El resultado es que las lanzas se han tornado en cañas y el gobierno Herrera ha pasado a estar encantado con el ministro de Hacienda, dispuesto incluso a echar una mano a la Junta para paliar su retraso en el pago a los proveedores.

La otra bestia negra , José Manuel Soria, tuvo que salir por la puerta de atrás víctima de su truculento pasado y ello ha supuesto una bendición para la minería del carbón, por cuenta de la cual la relación entre el ministerio y la Junta había sido hasta ahora ciertamente tormentosa. Aunque el sector tiene sobrados motivos para estar escamado ante cualquier anuncio realizado en un contexto preelectoral, lo cierto es que ha sido desaparecer Soria y arrancar de la Unión Europea un «acuerdo preliminar» que puede frenar y revertir en parte un proceso de liquidación que ya se daba por irreversible. El hecho es que, defenestrado Soria y desarmado Montoro, el PP afronta la inminente campaña electoral en Castilla y León sin un fuego amigo que tantos daños directos y colaterales ha venido causando.

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