EDITORIAL: Suelo industrial y desarrollo desde el sentido común

Menos del 40% del suelo industrial de la provincia está ocupado y cumple los objetivos para los que fue desarrollado. Es la fotografía precisa de una situación a la que se llegó por el desmedido e incontrolado afán desarrollista que en la última década del pasado siglo y la primera del actual se extendió como una plaga por los municipios leoneses. En muchos casos se hizo para dar salida y justificación a unos fondos mineros que en su mayoría no se aprovecharon correctamente, en otros por la acción pretenciosa e irresponsable de los ayuntamientos y, en el de la promoción privada, por puro afán especulativo. Tanto suelo industrial para tan poca tentativa empresarial acabó frustrando su desarrollo, sobre todo cuando la crisis frenó en seco prácticamente cualquier iniciativa emprendedora y debilitó la actividad de grandes empresas en torno a las cuales se generaban auxiliares para labores complementarias, como por ejemplo las eólicas, grandes vidrieras o acereras.

Lo cierto es que a día de hoy, entre los de la Junta, Sepes, ayuntamientos —veintisiete— y privados surgidos de la colaboración pública hay 60 espacios industriales en la provincia, en la mayoría de los casos sin desarrollar en su totalidad e incluso mínimamente desarrollados.

La ingente inversión realizada, la necesidad de deshacerse de su propiedad en el caso de la entidades bancarias que la asumieron cuando estalló la burbuja especulativa y la conveniencia de ordenar esta situación a partir de decisiones cabales sobre la localización y el impulso de actividades industriales deben ser las razones que impulsen la búsqueda de soluciones audaces que, ante un previsible cambio de la situación general, posibiliten una respuesta a la demanda de mercado y un desarrollo económico equilibrado.