Diario de León

La sombra de un nuevo tripartito

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PANORAMA ANTONIO PAPELL
León

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L o más relevante de las últimas conmemoraciones del 11-S ha sido la nueva correlación de fuerzas que se ha observado en las cabeceras de los actos reivindicativos. Y en especial, dos hechos singulares.

El primero, la celebración de por las fuerzas de izquierdas en la plaza de Catalunya de Saint Boi del cuadragésimo aniversario de la primera Diada del 11-S, bajo el célebre y reiterado grito «llibertad, amnistía i Estatut d’Autonomia».

En el acto, celebrado por cierto con escasísima asistencia de público espontáneo, intervinieron representantes de Esquerra (Junqueras), de la CUP (Gabriel), de Podem (Dante Fachín) y de los dos sindicatos de clase que apelaron al protagonismo de la clase obrera en la lucha nacional. «contra el PP». La Diada de 1976 en Sant Boi de Llobregat, a la que acudieron unas 80.000 personas, fue autorizada por el entonces gobernador civil de Barcelona, Sánchez Terán, quien la había prohibido previamente en la Ciudad Condal. Fue un acto claramente transversal en el que hablaron Jordi Carbonell por la Assamblea de Catalunya, Miquel Roca por el Consell de Forces Polítiques y Octavi Saltor por la Lliga. Es, pues, llamativo que ahora, cuarenta años después, la izquierda se haya apropiado de los símbolos.

El segundo hecho singular es la presencia de la alcaldesa Ada Colau, que ha recurrido a uno de los ritornellos del bricolaje ideológico, que se usa cuando quiere parecer enfáticamente responsable: afirma que el proceso tiene el peligro de generar frustración y que conviene reforzarlo con una visión más plural, fraternal y tal.

La sombra de un nuevo ‘tripartito’ planea evidentemente sobre la realidad catalana, para consternación y preocupación de Puigdemont y los suyos, que no han ocultado su malestar (el anterior ‘tripartito’, creado tras la retirada de Pujol en 2003, supuso el paso a la oposición de CiU durante siete años).

Esta notoria fractura deberá pasar pronto la prueba de la moción de confianza de Puigdemont, a finales de este mismo mes, que sólo prosperará si la CUP vota afirmativamente. Lo hará, quizá para ganar tiempo ya que el actual no es momento para repetir elecciones (entre otras razones, porque la CUP podría salir muy damnificada).

En medio, Colau y los suyos optan por la ambigüedad para recolectar cuantos más votos mejor. En la manifestación del 11-S, Colau se cuidó de no estar cerca de los líderes independentistas, y a pesar de ello ha sido criticada por grupos importantes de sus confluencias.

Pero esta presencia le ha permitido reivindicarse, con razón o sin ella, como «el nuevo catalanismo de mayorías y la nueva alternativa para Cataluña».

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