Europa debe reaccionar
L o que le faltaba a la nueva, vieja o actual despistada Europa tras el ‘brexit’. La victoria electoral en Estados Unidos del populista Donald Trump abre un cúmulo tal de interrogantes que ha dejado sin capacidad de reacción a unos dirigentes europeos anclados en su propio ombligo electoral, sin poder mover el cuerpo, y mucho menos la mente, ante el avance espectacular de los populismos de derechas y de izquierdas.
En Europa disfrutamos de las dos versiones. Unas más peligrosas que otras, aunque constituyen la misma amenaza totalitaria que puede conducir a situaciones impredecibles.
Desde hace algún tiempo venimos advirtiendo de que la crisis en el mundo no era sólo económica y financiera, sino también de principio y de valores; y de que la falta de una política unitaria y solidaria para afrontar momentos tan delicados en la vida de una Europa a la deriva provocaba una agria sensación de desafección en millones de ciudadanos de cada uno de los países.
Son millones de personas con graves problemas para llegar a fin de mes, para encontrar un trabajo, para afrontar el futuro de sus hijos, para transitar su vejez con una pensión digna y garantizada o para acceder a la sanidad imprescindible para mantener una mínima calidad de vida y a una educación y formación que les permita prosperar en un mundo laboral eclosionado. En definitiva, los cabreados y sufridores por una situación de crisis que se cierra en falso porque una mayoría muy notable malvive con casi la mitad de su salario anterior o con unas prestaciones miserables.
Con las circunstancias específicas de cada zona, algo parecido a lo que ha ocurrido con el triunfo de Donald Trump canalizando con un lenguaje claro, directo y provocativo el malestar de millones de antiguos votantes demócratas incrédulos ante la opción de continuismo. En los próximos meses le toca el turno a Alemania, el motor europeo con un incremento preocupante de la extrema derecha de Alternativa por Alemania debido a la crisis y a los refugiados; a Francia donde la extrema derecha de Le Pen está frotándose las manos y acariciando un poder francés que supondría el fin de la UE.
También en Holanda la extrema derecha tiene bastantes opciones, por no hablar de los actuales gobiernos de Polonia y Hungría o del referéndum del 4 de diciembre en Italia para las reformas políticas. Trump es el resultado de una grave crisis que también afecta a una Europa que debe reaccionar.