EDITORIAL | El frío y la generación y el consumo eléctrico ponen en valor al carbón
La intensidad de la ola de frío trae como consecuencia un repunte excepcional del consumo eléctrico y, empujado por el incremento de los costes de producción, una previsible subida histórica de la factura eléctrica para los hogares, ya calculada en más de cien euros anuales. Esas circunstancias y la confesión por parte de Red Eléctrica de que son precisamente las térmicas —apenas hay generación hidráulica y permanecen prácticamente inactivas las renovables— las que están dando respaldo al sistema se la han pintado calva a la Junta, y por supuesto al sector, para alzar nuevamente la voz en defensa del carbón. Porque es precisamente el mineral autóctono almacenado en las centrales —y el de importación—lo que está sustentado la generación eléctrica. Sin embargo, el Gobierno se mantiene inamovible en su defensa del gas, enormemente encarecido ahora, condicionado por los flujos internacionales y permanentemente sujeto a la inestabilidad política de las regiones de origen.
La situación actual viene a demostrar, una vez más y como argumento de gran solidez, que el carbón no sólo es necesario sino imprescindible en el mix energético del país. Y además es de un valor estratégico incuestionable, porque su disponibilidad es inmediata, está aquí y genera actividad económica y empleo. Es sabido que la actividad industrial disparará la demanda eléctrica a partir de 2020 y que España, cuyo Gobierno se niega a subvencionar la adaptación de las térmicas a las exigencias medioambientales que exige la UE, tendrá que construir nuevas centrales, sabiendo que esta solución es infinitamente más cara y más compleja que la primera. Es necesario definir una política energética estable que clarifique el panorama del carbón y que no deje al sistema eléctrico congelado, condicionado al capricho del viento o sometido a las veleidades de quienes controlan la producción y el mercado del gas.
