Diario de León

TRIBUNA

Tópicos: vuelta y vuelta

Publicado por
MANUEL GARRIDO ESCRITOR
León

Creado:

Actualizado:

D ice Cristóbal Halffter en una página de su libro de memorias ‘musicales’ que entre el primer tiempo de la Sexta sinfonía y el de la Octava de Beethoven no hay más diferencia que su compás: binario en aquella, ternario en esta. El resto es idéntico. Es el título de Pastoral sobre la Sexta el que condiciona la audición con la imagen típica del pastor tocando la flauta orillas de un arroyuelo rumoroso, para así abrirnos «a un mundo en el que la música por sí sola no nos hubiese podido situar»: todo un tópico pétreo.

En Botines se ha podido contemplar una exposición sobre 110 años de memoria gráfica en el Diario de León. Una foto muestra a un desmañado Martín Villa, despeinado, remangándose los pantalones y flanqueado por dos hombres, que lo agarran cada uno por un brazo. El comentario que la acompaña afirma que es llevado en volandas. ¿La visión justifica el comentario o es más bien éste el que la orienta y condiciona?

Veamos. En febrero de 1978 Martín Villa, ministro del Interior, hizo un viaje a Cabrera, acompañado por otros diputados y autoridades. La parada principal fue en Corporales. Había nevado los días previos. En cierto momento se remangó los pantalones y dos hombres lo llevaron en efecto agarrado un trecho para evitar que resbalara en un suelo cubierto de barro y nieve. Un fotógrafo le tomó una foto en esa pose sorprendente. Es la foto ahora expuesta, publicada por vez primera el 2002 en El siglo de León. Crónica de cien años, pág. 562. El pie de foto afirma que la censura impidió la publicación en su momento y que el hombre es «aupado» por los otros dos.

La curiosa imagen del hombre así descrito, antes aupado y ahora llevado en volandas, sirvió de pretexto para la típica burla del preboste en apuros, reacio a pisar el mismo suelo embarrado que sus súbditos. Cierto es que las dos piernas levemente flexionadas parecen dibujar un escorzo en vilo, pero es solo un amago y nada más: probemos a levantar a un hombre con una mano. De modo que no hay nada de lo que se dice (y mucho menos una «llevanza» al modo llamado silla de la reina, según otros comentarios, francamente ridículos). Podría argüirse un carácter metafórico al «vuelo», pero no es fácil aceptarlo, porque la intención plasmada en la mofa es diáfana. Se trata ya sin más de un tópico nacido del desdén, refrito y previsible.

Pero hay más. En El siglo de León. Todos los pueblos y sus gentes, vol. II, página 270, aparece entre otras una foto en color de nuestro político; está en idéntica postura, seguido de mucha gente, pero aquí solo hay un hombre a su izquierda, que ni siquiera lo agarra, solamente le roza el brazo en ademán de guiar su camino por el barro. Ese hombre es el mismo que está en la otra foto en el mismo sitio, lo que permite suponer que esta fue tomada poco antes o, quizá mejor, poco después que aquella. El comentario de la exposición de Botines lo identifica como chófer del parque móvil. El dato salió, como las «volandas», del mismo magín delirante, porque se trata en realidad de un hombre muy conocido en Cabrera, Tomás Sastre, secretario de Truchas.

En 2012, cincuentenario de la publicación de Donde las Hurdes se llaman Cabrera , hubo en el Museo de Encinedo una exposición de las fotos tomadas por Carnicer en su viaje. Una de ellas muestra a tres mujeres de Saceda con cuatro niños, dos de ellos en brazos. La foto fue muy reproducida. Y no podía fallar: todos los comentarios al pie señalaban en las mujeres una mirada de resignación. La realidad, sin embargo, es otra, porque lo único que se puede apreciar en ellas, no digamos en los dos niños de pie, es un normal gesto de timidez ante una cámara. Otra vuelta de tópico.

Fuera de las cámaras fotográficas, cuenta Ramiro Pinilla en el prólogo a la segunda edición de Antonio B. el ruso en 2007, que en cierta ocasión había llegado el gobernador civil a La Baña, dice que en plan safari en finca propia, y nada más bajarse él y sus acompañantes de los jeeps, unos hombres se acercaron con mañizos de hierba al morro de los coches: los desdichados los tomaron por animales. Bien, pero el problema de semejante historieta es que se cuenta también en Odollo, dentro de la misma Cabrera, y fuera de ella en las zonas de Oencia, Fornela y Riaño, que yo sepa. No hay manera de creerse este tópico ridículo, obstinado y ofensivo.

Finalmente, ya es imposible que el escritor ocasional, al tratar de Cabrera, y viajero o no por ella, no se refiera a la copla que cita a cuatro pueblos del municipio de Castrillo de Cabrera, el último de los cuales, Marrubio, ofrece la rima para la conclusión del tópico por excelencia: «donde Cristo no anduvo». Claro que en 1926 el comandante Verardo García Rey recogió o tal vez lo inventó o simplemente le colaron esta variante: «sin carro ninguno». No quien lo oye por enésima vez, no, el tópico mismo debe de estar ya cansado.

Invocaba Andrés Martínez Oria en un artículo sobre la Sequeda este versículo bíblico: «Guía tus pasos a estas ruinas sin fin». Dan ganas de parafrasearlo de esta guisa no menos suplicante, no menos resignada: «Vuelve tus ojos a tópicos sin fin».

tracking