Diario de León

EDITORIAL | La minería tradicional leonesa echa el cierre definitivo a su último pozo

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El cierre de Mina Escondida, una explotación histórica de Hijos de Baldomero García hace tiempo integrada en el Grupo Viloria, supone el fin de la minería de interior en la provincia. Detrás de decisión de la dirección de la empresa, anunciada ayer a la plantilla, está la falta de acuerdo con Endesa, que ofreció a la compañía el inasumible precio de 55 euros por tonelada, muy por debajo del coste del mineral de importación. En realidad lo que la eléctrica esconde —y este hecho lo viene a confirmar— es la voluntad —decisión ya tomada— de cerrar de manera inmediata la central de Compostilla, lo que viene a extender el problema laboral que se genera más allá del sector minero.

La liquidación de la minería en la provincia, que seguramente será efectiva el próximo año por las condiciones impuestas por la autoridad europea —la actividad ahora queda limitada prácticamente a los cielos abiertos de la Hullera Vasco Leonesa que explota Peal y, aunque de manera intermitente, a la Gran Corta de Fabero—, causa tristeza y nostalgia por lo que fue —llegó a emplear a más de veinte mil personas y constituyó un modo de vida—, pero también rabia e indignación por la evidente falta de rigor en las inexplicables decisiones políticas tomadas en los últimos decenios.

Los desvaríos, desatinos y desidias del Gobierno, de todos los gobiernos, pero especialmente de los últimos, han sido realmente escandalosos, pasando de la defensa entusiasta de la minería y el ilusionismo —se invirtieron decenas y decenas de millones de euros de fondos europeos en la investigación y desarrollo de la combustión limpia— al estrangulamiento del sector por inacción, que es la manera más cínica y cruel de matar. Pero la mayor cuota de responsabilidad debe recaer directamente en el Ministerio de Industria por el empecinamiento de quien lo dirigió hasta que tuvo que abandonarlo, implicado en el escándalo y la mentira.

El desgaste progresivo al que sometió al sector mermó de un modo dramático tanto la producción como el empleo. El departamento de José Manuel Soria fue incapaz de afrontar —o mejor, no quiso— los compromisos adquiridos y firmados y de definir un marco estable y garantista, tanto para las mineras como para las eléctricas. Y se mantuvo inamovible en la prevalencia del gas, siempre condicionado por los flujos internacionales y permanentemente expuesto a la inestabilidad política de las regiones de origen. El carbón es y seguirá siendo imprescindible en el mix energético. Y además es de un valor estratégico incuestionable. Los especialistas auguran que la actividad industrial disparará la demanda eléctrica a partir de 2020. Parece, pues, necesario y prioritario definir una política energética estable que clarifique la actividad y que no deje al sistema eléctrico frío, condicionado a la fuerza indeterminada del viento o las veleidades de quienes controlan la producción y el mercado del gas.

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