Diario de León
Publicado por
josé maría prieto ESCRITOR Y EXPERTO en márketing y comunicación
León

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D esconozco la razón pero todos los veranos tenemos un tiempo movidito, generalmente debido a asuntos políticos. Será que los astros se ponen de acuerdo y pasa lo que pasa. Eso ocurre, ya digo, casi todos los veranos y en casi todos los países. Dentro del nuestro también el río viene revuelto, pero hoy quería, con la tranquilidad y el relax que suelen dar las fechas veraniegas, hablar un poco sobre este amigo que está haciendo de las suyas en el bello y hermano país venezolano. No es otro que Maduro.

Decía en unas declaraciones recientes Pablo Iglesias, con esa sencillez que le caracteriza, que un conductor de autobús, podía perfectamente conducir un país como Venezuela. La alusión a la que fue antigua profesión o actividad de Maduro es sencillamente, penosa. Pero eso es lo que dice Pablo Iglesias y habíamos quedado que hoy no hablábamos de lo nuestro.

Este pobre Maduro no sabe por donde tiene que salir. Se le ha presentado todo de golpe, nunca mejor dicho, su ambición se ha desbocado, está a punto de entregarse a su amigo Raúl Castro, de forma que se cerraría un círculo que, para muchos está cantado pero que no todo el mundo político lo ve como salida para Venezuela.

El espectáculo que Maduro y su gobierno, están mostrando al mundo libre, nos lleva a los años 50 especialmente en tierras hispanoamericanas. Está Maduro tomando decisiones que suponen vías de agua en la nave que ya está más hundida que a flote. Así está su país. El desinterés que Maduro tienen con su pueblo, y que está rayando en el desprecio, está empujando cada día un poco más a Venezuela para que caiga al vacío definitivamente. Y el entorno, sin decir nada, callados.

Este ser, Maduro, no cree en el diálogo, la va más la imposición y de esa forma en el siglo XXI, es completamente imposible gobernar. Sus ministros hablan de democracia sin el mínimo conocimiento del significado de la palabra. Es igual. Nadie está enfrente para plantarles cara y encauzar la situación y cuando aparece alguien, Maduro y sus huestes se encargan de encarcelarlos yéndoles a buscar a sus domicilios, eso sí, con nocturnidad, como se hacen las cosas en democracia. ¡Qué risa!. Y el número de la Constituyente, de aurora boreal. Todo el mundo libre, la comunidad internacional, la gente de bien, los medios de comunicación libres, todos, han puesto de manifiesto la ilegalidad del procedimiento y el significado de que eso llevará a concentrar todo el poder en el amigo Maduro. Pero éste, continúa su huída hacia delante. ¿Tan difícil es gestionar situaciones como la que está viviendo Venezuela? ¿Contempla realmente la Ley casos, o mejor dicho soluciones a casos tan flagrantes como este? ¿Debe la Comunidad Internacional permanecer con los brazos cruzados? ¿Por cuánto tiempo?

Está viviendo Hispanoamérica un momento difícil desde el punto de vista de la gestión que sus gobiernos deben llevar a cabo para el bienestar de la población. Y eso, desgraciadamente no se hace. Y las consecuencias las pagan miles, millones de inocentes que, aceptan al principio a los “salvadores” y más tarde se dan cuenta de la gran mentira. Eso está viviendo hoy Venezuela. Y no es justo. Maduro se ha encaramado al poder y lo quiere todo. Nada importa que la gente no tenga para comer, que los supermercados estén vacíos, que, como ejemplo ilustrativo, impresione que falte hasta el papel higiénico. A donde lleva todo eso. ¿A la democracia tantas veces pregonada? ¿A quien pretenden engañar? Se dice que Venezuela tiene más reservas petrolíferas que Arabia Saudí. Es decir, no es un país pobre. Todo lo contrario. Y sin embargo la paradoja es que los coches de Venezuela no están en marcha por falta de dinero que compre la gasolina fabricada con el petróleo que almacenan. ¿Quién entiende eso?

Nosotros, no. Pero queremos lanzar un grito para que la gente escuche y entienda la verdad de que está ocurriendo en Venezuela. Una parte de la solución, puede depender de nosotros de los que de verdad practicamos la democracia y respetamos la opinión de todos. Nosotros entre otros muchos, debemos empujar desde fuera para que las cosas se arreglen dentro. Esa es la solución. De lo contrario, vamos a presenciar injusticias a miles. A toda velocidad. Como si fuéramos en un autobús sin conductor.

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