¿Dónde está nuestra memoria?

E stamos conmemorando los 40 años de democracia en nuestro país, en España. Eso ya es una gran, grandísima noticia. Pero no se por qué, cuando analizas los grandes eventos una vez pasados, siempre echas de menos algo que, además, suele ser importante. Y en esta conmemoración-celebración, una vez pasada hemos echado de menos la presencia allí, en el Congreso, del Rey emérito Juan Carlos I.

¿Se nos ha olvidado? En ese caso, muy mala memoria la nuestra. ¿Ha sido un acto así previsto? Mucho peor. Fatal memoria la nuestra.

¿Por qué nos ocurren estas cosas, sea un motivo u otro? No acabamos de rematar bien las jugadas. Es fácil echar la culpa a la memoria. También es imperdonable en un caso como este.

Se nos va la fuerza por la boca como en tantas y tantas ocasiones. Hablamos, presumimos, pensamos, transmitimos y defendemos la democracia y cuando decidimos llevar a cabo un acto institucional reuniendo a los que durante estos 40 años de historia, algo importante han tenido que ver con esa construcción democrática, entonces, se nos olvida, ¿se nos olvida? contar con aquel que todo el mundo en nuestro país reconoce como el conductor y gestor de aquella memorable aventura.

O sea que, otra vez, nos ocurre algo que nos hace sonrojarnos por la mala gestión de lo ocurrido.

Haya o no asistido el Rey emérito Juan Carlos I al acto institucional en el Congreso, su persona y su legado ya forman parte de la historia importantísima de un país que fue capaz de pasar de un régimen al diametralmente opuesto, de la forma más tranquila que imaginarse pueda. Ni un rasguño en un pueblo que cuando se mira mal a alguien ya estamos a la gresca y a la pelea. Y en aquella ocasión de la transición, nada de nada.

¿Fue o no fue importante la presencia y la autoridad del Rey emérito Juan Carlos I en ese acontecimiento? ¿Acaso hace falta que nos lo recuerden? Por el resultado conocido, diríamos que sí. No es de justicia que un hombre que siempre dio la cara para que España saliera de donde estaba y ocupara el lugar que le correspondía, ahora, no sea reconocido por las propias instituciones. Porque el pueblo, su pueblo, sí lo reconoce como tal. Como un hombre que se mantuvo firme para que su país, el nuestro, se incorporara a su entorno con igualdad de condiciones.

Aquí damos un premio a un mindundi que ha hecho algo sin mérito alguno y cuando hay que ponerse de pie porque alguien ha logrado lo increíble, no lo hacemos.

Y pensemos como pensemos, no podemos olvidar, cuando se trata de un tema tan importante para España, que eso se hizo porque muchos españoles encabezados por su entonces Rey Juan Carlos I hicieron las cosas de forma coherente y pensando siempre en lo mejor para España. Así fue y así se reconoció a nivel internacional donde no dejaban de alabar la buena acción y buen pilotaje de nuestro Rey Juan Carlos I. Ellos sí lo reconocieron.

Nosotros ahora, conmemorando esos 40 años de lo ocurrido, a nosotros se nos olvida, ¿se nos olvida? que hubo un personaje fundamental.

La envidiable situación actual de nuestro país, cuarenta años después, en muchos órdenes de la vida, es envidiable. Y se sigue trabajando para que así sea durante muchos años. Pero eso no es por casualidad. Eso obedece a lo que se hizo bien en el pasado, pensando que nuestro país merecía cosas mejores. Y eso se consiguió. Por tanto, ahora que tan a menudo apelamos a que la justicia sea justa, seamos nosotros justos y reconozcamos y valoremos cuando se hizo lo que se hizo.

Muchas situaciones en nuestra vida diaria, se ven reflejadas y pueden mejorar gracias al enorme legado que tenemos en nuestros refranes. Hay uno de ellos que dice «de bien nacidos es ser agradecidos». No hace falta explicar más.

Y, por favor, intentemos que no se nos olviden cosas así de importantes. También eso forma parte de nuestra historia.

De momento yo quiero conservar siempre en forma a mi memoria.

?Ojalá hayan servido estas líneas para que recordemos siempre las cosas importantes.