Diario de León

EL CORRO

Un pan como unas tortas

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PEDRO VICENTE
León

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Al extremo al que habían llegado las cosas, parecía difícil que en Cataluña se cumpliera la fatídica Ley de Murphy según la cual todo es siempre susceptible de empeorar. Y ha ocurrido que, tras unas elecciones convocadas con el propósito de normalizar la situación, el panorama resultante es aún más peliagudo. Con el factor añadido de que la judicialización del conflicto dificulta, y mucho, su solución política.

El «cuanto peor, mejor» les ha salido de perlas a los secesionistas, que, tras su esperpéntica declaración de independencia, la aplicación del 155 y la entrada en acción de los jueces Lamela y Llarena, ni por asomo podían soñar con recuperar el poder del que se habían visto desalojados. Mariano Rajoy, tan elogiado por la audacia de convocar sin ninguna dilación las nuevas elecciones catalanas, ha terminado haciendo un pan como unas tortas. Para la causa general y para la de su propio partido, que ha salido del trance muy convaleciente.

Su estrategia de dejar pudrir la cuestión catalana con el cálculo político de que lo que perdiera el PP en Cataluña, lo ganaba con creces en el resto de España, ha resultado letal para los populares. No contaba el aprendiz de brujo que iba a ser otro partido, Ciudadanos, el que iba a rentabilizar, y de qué forma, el llamado patriotismo constitucional. Y el resultado es que el desplome del PP catalán deja en estado de alarmante debilidad al gobierno Rajoy, tanto para afrontar el propio desafío secesionista como para seguir gobernando España.

Rajoy se ha quedado sin el arma disuasoria de convocar elecciones generales anticipadas, no solo, porque como él mismo ha admitido, ello sería del todo irresponsable estando como está el conflicto catalán. También porque el principal damnificado de esa eventual convocatoria sería justamente el PP, que sufriría un más que previsible retroceso en beneficio de Ciudadanos. Así pues, Rajoy tendrá que aguantar el tirón incluso si no consigue sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para 2018, lo cual depende del PNV, que previamente se ha cobrado ya el «cuponazo».

Las que tienen fecha fija son las elecciones municipales y autonómicas de 2019, en las que, si no cambian mucho las cosas, Ciudadanos va a tener la llave de un buen número de comunidades autónomas y de infinidad de ayuntamientos. Y esta vez no se va a limitar a facilitar la gobernabilidad sin asumir directamente cuotas de poder. En Castilla y León el partido naranja ya se ve al frente de dos o tres consejerías e incluso de una vicepresidencia de la Junta, algo que no tendrá más remedio que asumir el PP de Fernández Mañueco.

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