Entre unos y otros, la casa sin barrer: lo de siempre

D e verdad desconozco cual sería el mecanismo para que esta sinrazón de los acontecimientos catalanes, con todo lo que ello supone, parase de una vez por todas y todo el mundo (los catalanes) volviese a recuperar el estado lógico dentro de la Ley.

Como cuando te descuidas y tomas un gin tonic detrás de otro, hemos ido consumiendo el episodio catalán y ha llegado un momento que nos ha cortado el cuerpo. Y así no podemos seguir.

Estoy escribiendo este artículo cuando todavía se desconoce si el fugitivo Puigdemont se atreve o no se atreve a venir a España, si es legal la investidura telemática, si irá o no irá a la cárcel, en fin. Vaya circo que han montado, él, los fugados como él, y los que están en la cárcel que es donde, hoy, debería estar él.

Hacen alarde de osadía cuando se atreven a decir en plan pregón que es el estado, y el gobierno español, quienes les están persiguiendo y no les deja ejercer la democracia de la que ellos se erigen casi en padres universales. Comenzaron hace años con «España nos roba» y ahora, en el fondo nadie sabe como terminará este circo cuyo payaso más payaso es Puigdemont, con perdón para todos los payasos.

El tiempo, afortunadamente no para y cada cosa llega, cuando tiene que llegar, a veces con algún retraso. Y ahora toca resolver el tema catalán que por activa y por pasiva, se les está instando a ello y que, incluso toda Europa, está deseando que se arregle de acuerdo con las normas democráticas de siempre, no de las catalanas que no tienen más interés que separarse de España. Y naturalmente esa separación no va a ocurrir nunca.

Ha invertido mucho, muchísimo, el Gobierno español en hacer entrar en razón a los separatistas catalanes. No hay posibilidad. Practican una cerrazón digna de un niño enrabietado y así se va pasando el tiempo.

Estamos hartos, están hartos la mayoría de catalanes que, no se olvide, son mayoría los que no quieren a una Cataluña fuera de España.

Y están hartos porque notan, sienten en sus vidas, que este absurdo intento de separatismo no solo no les lleva a ninguna parte sino que les está empeorando sus vidas de forma notable.

Pero sus políticos siguen erre que erre en un esfuerzo inútil para alcanzar una quimera. ¿Cuál es el motivo real por el que, la gente catalana que no es partidaria del separatismo, no responde en las calles a las mentiras y calumnias que los «otros» manejan habitualmente para que no se apague el fuego?

Lo hemos dicho en varias ocasiones y lo reitero con gusto; la Cataluña, trabajadora, creativa, con ‘seny’, inteligente, innovadora y que siempre ha estado a la vanguardia de las cosas buenas de España, esa sí nos gusta, esa sí la queremos, de esa presumimos.

Pero la irrupción de gentes maleadas y con ganas de revancha contra el resto de España, ha sido la hacedora, la responsable de esta nueva situación que avergüenza a la mayoría de catalanes y no digamos al resto de España.

No va a ser fácil recuperar la situación de antaño, no lo va a ser. Ser requiere ahora firmeza en las decisiones y buen rumbo a seguir.

Este tiempo que llevamos intentando un diálogo imposible, puede provocar un enquistamiento y alargar muchísimo encontrar soluciones que permitan esa recuperación que la mayoría anhela.

No reconocer que la situación que se está viviendo actualmente es esperpéntica y que no está beneficiando en nada la imagen de España, es un error descomunal. Pero así como dos no se pelean si uno no quiere, tampoco dos no hablan si uno no quiere. Y cuando no hay diálogo para la resolución de problemas por grandes que sean, todo se hace mas difícil por no decir imposible. Eso es lo que tenemos que evitar. Los problemas tienen solución. Los misterios no. Hagamos algo cuanto antes, porque como decía más arriba, el tiempo pasa y no se recupera.

Son días claves los que se avecinan y la gente está cansada de verdad de tanto cantamañanas. Los que tienen que tomar decisiones que las tomen ya y el pueblo soberano, que es el sabio de verdad, podrá decir gracias y descansar. La situación ya apesta.