Diario de León
León

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Dos teóricas del feminismo han pedido que se prohíban los partidos de fútbol en el recreo y se cambien por bailes, así como que los baños de los colegios no estén diferenciados por sexos. También que Neruda, Marías y Pérez Reverte sean eliminados de las lecturas recomendadas a los alumnos de la ESO, por machistas. Lo han plasmado en una revista del sindicato CC.OO, que ante la polémica surgida ha aclarado que no comparte todas sus propuestas. ¿No sería más lógico trabajar para que niños y niñas jueguen juntos a todo? Juanita puede regatear tan bien como Juanito, y si no fuese así tampoco importa, pues de lo que se trata es de divertirse. Jugar al fútbol y/o saltar a la comba, claro. Lo que se estile ahora, pero juntos. En la Primaria en la que estudié, quitar el fútbol y cambiarlo por baile hubiese provocado algún conflicto. Sin duda, Ramonín se habría atrincherado en el pasillo con su tirador. Al final, tras ardua negociación, hubiese aceptado bailar en el recreo El lago de los Cisnes, pero solo los martes y siempre que Billy Elliot no hiciese chistes. Admitámoslo, aquellas divisiones tan férreas ya no sirven, pero tampoco hay que llegar al desbarre cerril. A las niñas intuyo que deben de gustarle tanto como a los niños meter goles. En mi caso, admito que no pasé los recreos escolares detrás de una pelota, fui más de dedicarlos a escribirle pareados a Juanita. Ni caso. En cuanto a lo de unificar los váteres me parece complicado, la puntería hidráulica no es la misma.

Otra chusca propuesta de estas dos radicales incluye potenciar la letra «e». Por ejemplo, abogan por utilizar «todes», en vez del todos y todas. ¡Jopé! Una de ellas escribe su nombre y apellido en minúsculas, porque considera que las mayúsculas quedan autoritarias. ¡La madre del cordere!

Pero las chorradas no deben distraernos de la trascendencia de lo que está ocurriendo: un anhelo internacional de cambio. Urge una revolución en la familia y en la escuela: la del amor inteligente, única vía para crear una nueva y mejor convivencia entre adultos, pues está claro que la sociedad española en esto ha tocado fondo. La igualdad entre sexos es derecho incuestionable e imparable, así con muchas «ees», pero sin sandeces.

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