Diario de León
Publicado por
NUBES Y CLAROS MARÍA J. MUÑIZ
León

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Si todo el ingenio derrochado en las últimas semanas en pergeñar memes sobre las interminables polémicas de los másteres, y todo el esfuerzo empeñado en difundirlos, se hubiera aplicado directamente a escribir provechosos tratados, este país optaría a los premios Nobel en varias de sus categorías durante décadas. Aquí sobra talento, estamos hartos de escucharlo. Lo que pasa es que está mal enfocado. A no ser que un festival del humor nos saque del pozo en el que nos vamos sumiendo, las gracietas y las polémicas fáciles, demagógicas y vacías sólo servirán para aquello para lo que fueron inventadas: la distracción en la que nos ocupamos mientras esquivamos el foco de aquello que debería preocuparnos.

La cosa no está para bromas. Por más que el escenario político nacional se parezca cada día en mayor grado al camarote de los hermanos Marx, más absurdo que gracioso, que al foro de debate, resoluciones y consenso que tanto necesitamos. Fronteras afuera (fuera incluso de la enquistada Cataluña), el diagnóstico no deja de resultar preocupante. «Algo no va bien cuando es el tweet a primera hora de la mañana de un líder mundial el que determina la evolución bursátil o la del PIB de un país», lamentaba ayer la decana del Colegio de Economistas de León. El mundo trumpieza cada día. Y aún así, ojalá fuera el único líder (¿estadista?) experto en trumpelías que pagamos todos a escote.

No vamos a hablar de altura de miras. Para qué, si las vistas que más allá debían enfocar han quedado miopes de buscar pajas en ojos ajenos sin más objetivo que un sillón prestado, una foto de mierda o un efímero titular. Pero entonces, ¿de qué hablamos? Es igual. Es tanto el ruido, tan ensordecedor el vociferio, que no hay nada que pueda ser escuchado. Aún en el caso de que tuviera sustancia, reflexión, propuestas. Revolución. Nadie cree nada. Tanto fiasco nos ha hecho callo.

Y eso no puede ser. Quizá tenía razón Bentley, cuando explicaba que la nuestra es la era de los sucedáneos. En vez de lenguaje, tenemos jerga. En vez de principios, eslóganes. Y en vez de verdaderas ideas, ideas brillantes. Esto lo escribió hace mucaho tiempo. ¿Era un profeta o realmente llevamos tantas décadas perdidas? Me temo lo peor.

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