Diario de León
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en blanco javier tomé
León

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P Tasen y lean esta historia de malos y buenos que es como para echarse a llorar, protagonizada por una pareja de pasteleros de Belfast que presumen con orgullo de un máster en intolerancia pastoral. Sucedió que en mayo de 2014 uno de sus clientes, homosexual por más señas, encargó y dejó pagada en su negocio una tarta friendly que debía estar coronada por los muñecos de Epi y Blas, además del lema reivindicativo Apoyo al Matrimonio Gay. El matrimonio de cristianos evangélicos formado por Daniel y Amy Mc Arthur rechazó el encargo debido a los estándares éticos y morales que rigen sus existencias, optando por el lenguaje grueso de la confrontación legal. Un acto de hostilidad que parece propio de mentalidades cretinizadas, algo execrable y propio a mi entender de cuando se llevaba la boina calada hasta el entrecejo. Pero ellos se amparan en determinados preceptos bíblicos, cubriéndose la espalda más o menos con el argumento de que los homosexuales no van a salir bien librados del Juicio Final. Ya lo dice el proverbio chino: cuando soplan vientos de cambio, unos construyen molinos y otros muros.

Justo como los cerriles reposteros irlandeses, que tienen atizados los fogones de su negocio por las crueles brasas de la intolerancia. La lucha contra la homofobia no ha sido un camino de rosas precisamente, sino más bien una gesta en toda regla, porque siguiendo la cronología del referido proceso: los tribunales locales y provinciales dieron naturalmente la razón al contrayente y entusiasta de Barrio Sésamo, pero el Tribunal Supremo del Reino Unido se puso contra todo pronóstico del lado de los pasteleros beatos, en una sentencia definitiva contra la que no cabe recurso. A mí, particularmente, no me gustan ni las bodas ni los hombres, más bien lo contrario, pero entiendo que cada cual maniobre según sus querencias y gustos de camastro. Yo tengo varios amigos de dicho gremio y puedo asegurar que nunca me he reído tanto como en aquellas noches locas y discotequeras de los 80 en el París o en el Toison con Donna Summer, la Mariana, la Trini o la descarada Paulova. ¡Tiempos gloriosos!

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