El espectáculo de siempre

La confección de las candidaturas a las distintas convocatorias electorales solapadas a lo largo de esta primavera ha vuelto a deparar el espectáculo político de siempre. Y en esto, como ya casi en nada, no cabe distinguir entre vieja y nueva política. Los que abanderaban la nueva, Podemos y Ciudadanos, se han contagiado rápidamente de los peores resabios, de forma que a estas alturas no tienen nada que reprochar al denostado bipartidismo sustentado por PP y PSOE.

¿Qué decir a estas alturas del esperpento brindado por las primarias de Ciudadanos, partido que utilizó dicho procedimiento como estandarte de la su cacareada regeneración democrática, hasta el extremo de proponer que se obligara por ley a todos los partidos a elegir a sus candidatos mediante dicho proceso interno. Lejos de predicar con el ejemplo, el partido naranja ha ido restringiendo la convocatoria de primarias internas, al exigir un mínimo de 400 afiliados para su convocatoria, y donde las ha celebrado o ha habido pucherazo o no existe ninguna garantía de que no lo haya habido. Todo ello combinado con la frívola política de caprichosos fichajes decididos personalmente por Albert Rivera.

A decir verdad, el PP en esto no engaña a nadie. Implantó el sistema exclusivamente para elegir a los presidentes del partido en los diferentes ámbitos (nacional, autonómico y provincial), pero ha seguido utilizando el ‘dedazo’ puro y duro para designar sus candidatos a todos los cargos públicos de carácter electo. Si ninguno de sus predecesores se había cortado un pelo, Casado ha llegado más lejos que ninguno en el ajuste de cuentas con los marianistas y sorayistas que no le apoyaron en la pugna interna por suceder a Rajoy.

Poco o nada le puede reprochar Pedro Sánchez en lo que se refiere a la confección de las listas al Congreso, Senado o Parlamento Europeo, en el que el Comité Federal que él controla tiene la facultad de enmendar las propuestas elevadas desde la estructura territorial, quitando o poniendo a quien considere oportuno. Y por ahí se ha acabado de ajustar cuentas con el susanismo. El PSOE solo convoca primarias para elegir a los candidatos a la presidencia del Gobierno y a las de las comunidades autónomas, así como a las alcaldías de más de 20.000 habitantes.

Y no está Podemos, cuyo aparato ejerce un férreo control de todo lo que se mueve, como para presumir de participación y regeneración interna. La posición de dominio que ejercen sus dirigentes, escandalosa en el caso de Castilla y León, vicia de raíz las primarias de la formación morada. Queda saber como se proveerá de candidatos Vox, pero me da que no va a ser precisamente por métodos asamblearios.