Diario de León

AL TRASLUZ

Hará falta otro Gaudí

León

Creado:

Actualizado:

Reconstruir Notre Dame o construir una nueva no es solo cuestión de millones, también de tiempo. Y de tempo, que es velocidad rítmica y espiritual. En apenas cuatro días se han recaudado mil millones de euros en donaciones privadas. Macron ha anunciado que en cinco años París volverá a contar con otra, réplica o diferente. Demasiado anunciar. Ha convertido en promesa política, sin duda con buena intención, algo cuyos plazos se rigen por pulsaciones no solo terrenales. Una Catedral no es grande, sino grandiosa. En términos musicales ha de ser sinfonía, pero también humilde villancico. Números y letras, al servicio de lo religioso. Hará falta un Gaudí, dispuesto a pasar él mismo hambre y frío, para que el proyecto no degenere en soberbia torre de Babel. Presupuesto, claro, pero aún más tiempo y tempo. Cinco años o cincuenta. En un minuto de inspiración es posible avanzar siglos. Vivimos enfermos de cortoplacismo, hemos perdido amor al futuro. No idealizo el proceso de construcción de los templos góticos, pues la naturaleza humana es la que, pero no tengo la menor duda de que fueron el logro tanto de las mejores inteligencias como de una fe sincera. Para empezar, porque no son solo arquitectura. El Quijote no es un gran libro por ser largo, ni tampoco por estar bien escrito. La arquitectura es humana, la Gracia la pone Dios. La idea de que los rascacielos fueron las catedrales del siglo XX nació de la jactancia más ignorante.

El pasado miércoles, Chavela Vargas hubiese cumplido 100 años. «¡Y para que, mi cuates, me quieren tan carcacha!», nos diría. Su voz también necesitó tiempo y tempo, para convertirse en catedral de los corazones rotos. Por eso, el marketing no puede fabricar artistas como ella.

Aunque atraigan a millones de turistas, las catedrales no son centros turísticos, sino templos. A lo mejor es buena ocasión para que regresemos a la esencia, que `pasa por comprometernos más con los pobres. De momento, las recaudaciones denotan generosidad y devoción, por lo que resulta injusto interpretarlas como otra más de las contradicciones del capitalismo, aunque el riesgo de desviación resulta innegable. Confiemos. El pesimismo antirreligioso macera despacio, pero carece de vitrales.

tracking