Diario de León

El diálogo y el acuerdo en política

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l diálogo y el acuerdo son necesarios e imprescindibles en la convivencia humana, desde la familia y la escuela a la sociedad en general. La necesidad de ambos es una consecuencia de las diferencias naturales entre los seres humanos. Dichas diferencias, lejos de ser una lacra, constituyen una enorme riqueza en la cultura y la civilización de los pueblos, pero exigen siempre una de las condiciones que más ennoblecen a los ciudadanos de un país: el diálogo y el acuerdo, cuya presencia o ausencia mide el grado de evolución política y cultural de cualquier pueblo.

Sobre la importancia del diálogo, en el intercambio de ideas y opiniones para llegar a acuerdos, han hablado los grandes educadores y pensadores, que han defendido la libertad de pensamiento y la capacidad de crítica, tan necesarias en toda sociedad democrática.

Vienen a cuento hoy, tanto el diálogo como el acuerdo, más en razón de su ausencia que de su presencia en el ámbito político. Y lo primero que hemos de reconocer es que esa ausencia, en cualquier sociedad, es una de las causas de enfrentamientos, y lo que es aún más grave, de muchas guerras, las cuales no surgen, con frecuencia, sino por falta de diálogo y de acuerdo entre las partes.

Los pueblos más avanzados, en todos los órdenes de la vida, suelen ser aquellos que han aprendido a dialogar y a llegar a acuerdos, lo que equivale a respetar y aprender a convivir con las ideas y las opiniones ajenas. Toda convivencia humana se basa precisamente en ello.

Esta es la base de la democracia, la forma más avanzada de convivencia; por eso, no se puede hablar de una verdadera democracia donde el diálogo y los acuerdos están ausentes, allí donde predominan la intolerancia y el absolutismo, el orgullo y la prepotencia.

Dicho esto, nos preguntamos por qué, después de casi cinco meses de unas elecciones generales, no hay aún un gobierno surgido de las urnas. Las respuestas son variadas, sin duda, según la visión más o menos partidista de los políticos implicados, y también de los ciudadanos en general, pero parece lógico que hay una causa evidente: la ausencia de diálogo y de acuerdos entre los partidos que recibieron, de las urnas, el mandato y el deber de formar un gobierno. Esos partidos son, como se reconoce de izquierda a derecha, el Partido Socialista y Unidas Podemos.

Y viene a continuación la pregunta más comprometida: ¿Son los dos igualmente responsables/culpables de esa ausencia de diálogo y de acuerdos? Llegados a este punto, un servidor —como educador— solo desea ser capaz de aportar algo positivo, no echar más leña al fuego, invitando a ambos partidos a encontrar la integración y la unión entre las diferencias, mediante el diálogo y la búsqueda de acuerdos en beneficio de los ciudadanos de este país.

Parece lógico y democrático que quien ha de iniciar el diálogo para un acuerdo de gobierno es el partido que ha obtenido más escaños, aquel que, junto a otro u otros partidos más afines, tenga la posibilidad de lograr la investidura. Ese partido es el PSOE, y ¿cuál ha sido su actitud en estos meses desde las elecciones generales?

Hay también respuestas, evidentemente, para todos los gustos, pero hay una que, en mi modesta opinión, parece más lógica y acertada que las otras, y que está siendo defendida por diversos analistas políticos de prestigio.

Es la que afirma que al PSOE le atraen tanto o más las políticas de centro y conservadoras que las políticas sociales de progreso; por eso, se resiste a pactar con Unidas Podemos, debido a que este partido le presionaría a escorarse hacia políticas sociales más comprometidas. De ahí los guiños que el PSOE ha echado tanto al PP como a Ciudadanos.

En cuanto a Unidas Podemos, yo no sé si hizo bien o mal al rechazar el acuerdo que le propuso Pedro Sánchez, justo antes de la primera Investidura fallida, pero parece razonable que este partido haya comenzado a desconfiar del PSOE, un partido que se dice de izquierdas y repite que su socio preferente es Unidas Podemos, y sin embargo, es bastante reticente a dialogar con él todo lo que sea necesario para alcanzar un acuerdo de legislatura entre ambas formaciones. Esta reticencia parece probada, una vez más, al reunirse recientemente con diversos agentes sociales, y dejar para el final su vuelta al diálogo con el único partido con el que puede sacar adelante esta legislatura tan enmarañada.

Una conclusión parece generalizada y muy sensata: es preciso hacer todo lo posible antes de ir a unas nuevas elecciones, lo que sería un insulto y una falta de respeto a los ciudadanos que ya han hablado claramente.

Por eso, deseamos aportar desde aquí nuestra modesta contribución y animamos a ambos partidos a sentarse a dialogar con sentido de responsabilidad social, y a considerar antes el bien de la sociedad española que su propio bien personal y político; esta es su obligación moral y democrática. Instamos a Unidas Podemos a que, si no llegan a un acuerdo de gobierno de coalición, facilite la nueva investidura aunque sea a cambio de nada, antes que volver a unas elecciones, y que sepa esperar, desde la oposición, para ver cuáles van a ser las consecuencias para el PSOE de las políticas que inicie y con quién trata de llevarlas a cabo.

De todo ello, el pueblo español y en especial los votantes del PSOE tomarán bien nota.

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