Diario de León

Diez propuestas para Castilla y León que no van a gustar a nadie

Publicado por
Alfredo Rodríguez Garagorri
León

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Apostar por la digitalización, estimular la llegada de jóvenes, puesta en valor de nuestro patrimonio natural y cultural, dotación de servicios, apuesta por nuestro sector alimentario... ¿Cuántas veces hemos oído estas fórmulas para solucionar la crisis de Castilla y León? ¿Cuántas veces las hemos visto cristalizar en actuaciones concretas? ¿Se diferencian en algo de lo que hacen las regiones de alrededor? ¿Han conseguido echarlas a andar y han dado el resultado esperado? A la región hay que tratarla como a un adulto, no como a un niño caprichoso. Si quiere algo que mole y cueste poco trabajo probablemente no podrá vivir de ello. Ser la enésima región que se apunta a ser como Silicon Valley o Hollywood está muy bien, pero otros ya están en ello y no son más tontos que nosotros.

A continuación propongo diez líneas de actuación que tienen dos grandes virtudes: son nuevas, y creo que funcionarían. Pero también tienen dos pequeños problemas: son feas y van a tener muchos detractores.

Quemar residuos: Los diez millones de suecos queman sus basuras, y las de otros. De esa forma producen algo de energía y cobran a los ingleses y otros vecinos por llevarse su porquería. Castilla y León está rodeada de regiones que no saben qué hacer con su basura: 14 millones de madrileños, riojanos, navarros, vascos, cántabros, asturianos y gallegos producen mucha basura y tienen poco territorio, al revés que nosotros. Si ponemos incineradoras en el noroeste, el nordeste y el sur y empezamos a quemar nuestros residuos y los de otros tendremos un negocio que nadie quiere y que resulta rentable. Técnicamente se puede hacer con garantías de salubridad y tenemos terreno suficiente. Quizá Aragón, Extremadura o La Mancha vean el negocio y se apunten a él. Pero nosotros habremos llegado antes.

Vender patrimonio: Los extranjeros han esquilmado muchas veces nuestro rico patrimonio cultural, y hoy exponen en museos elegantes joyas que podríamos tener aquí, en su tierra, cayéndose a cachos y deteriorándose a la intemperie sin que nadie les hiciera mucho caso. Creo que con la cantidad de patrimonio que tenemos podemos vender elementos y financiar con ello la conservación y puesta en valor del resto. La iglesia valiosa con tres o cuatro retablos magníficos se puede salvar vendiendo uno de ellos a un museo americano, con la condición de que lo tengan expuesto y en la exposición quede muy claro dónde pueden ir a ver el resto. Y con el dinero ponemos sistemas automatizados de control y apertura de puertas para que los visitantes puedan ver los otros retablos sin depender de que el octogenario que nos acerca la llave se haya ido al consultorio.

Tierra para viejos: Todos los territorios quieren atraer jóvenes, pero es mucho más viable atraer viejos. Tenemos muchos clientes potenciales y vamos a tener muchos más en el futuro, tienen dinero y tiempo y lo que hagamos para atraerlos va a mejorar la vida de los que ya viven aquí. Atenderlos crea negocio y empleo. Un señor de Madrid que se jubila puede vender su piso pequeño en un barrio inhabitable y gastarse la mitad en comprarse una casa en pleno centro de cualquiera de nuestras acogedoras capitales o en un entorno natural. En cualquier caso va a ganar salud, calidad de vida y poder adquisitivo.

Trabajemos para atraer a esa generación. Creemos zonas residenciales orientadas a ellos, con oferta de servicios de comedor, médicos y ocupacionales. Habilitemos locales para echar la partida. Igual que hay bicis públicas pongamos scooters para mayores. Hagamos una oferta cultural de interés para ellos. Regalémosles entradas de espectáculos. Atraigamos viajes del Imserso. Favorezcamos a clínicas especializadas en dolencias concretas: oculistas, dentistas, audición, urología, balnearios, alzhéimer.

Consorcio de universidades: En Castilla y León tocamos a un Rectorado por cada 600.000 habitantes. A estas alturas pretender que Burgos o León acepten depender de Valladolid o renunciar a la marca Universidad de Valladolid en detrimento de Salamanca es utópico. Pero es necesario racionalizar recursos. Las universidades tienen que compartir, colaborar y especializarse de forma coordinada. Hay que reducir al mínimo el personal administrativo y directivo, compartir recursos online , intercambiar alumnos y profesores. Crear sinergias. Desfinanciar redundancias.

Funcionarios rurales. Muchos habitantes de nuestros pueblos son una maestra o un forestal que llegaron allí en su primer destino y se casaron con alguien de la tierra. Hoy eso no es posible, porque ni los secretarios ni las médicas se quedan a vivir en los pueblos. Van y vienen desde la ciudad. Ligar ciertos puestos públicos a la residencia en la comarca de la que dependen sus sueldos contribuiría a fijar población y a hacer sostenibles los servicios públicos y privados que allí se prestan. Con un cambio normativo usted sabrá que si oposita libremente a un cuerpo de funcionarios hay ciertos puestos que implican residir en una comarca rural. O como mínimo que buena parte de su sueldo va a ir ligada a la residencia en la comarca, por ejemplo en forma de vivienda.

Inmigrantes: No hay suficiente gente que quiera ir a vivir a ciudades pequeñas, y de los pueblos ya ni hablamos. Así que si queremos atraer población no podemos ponernos exquisitos y pretender que sean altos y guapos, o neurocirujanos españoles expatriados que vuelven a su patria chica. Tenemos que buscar entre la gente desesperada para los que somos una oportunidad.

Si hablan español, estupendo; si no, habrá que atraer inmigrantes de otras partes del mundo. Es cierto que no puedes meter a cualquiera en cualquier sitio y de cualquier forma sin arriesgarte a generar problemas de integración. Pero hay millones de personas en campamentos de refugiados que preferirán venir en precario a un pueblo del páramo a seguir viviendo una semana más en el campo de refugiados mientras buscamos intérprete, gestor social y psicólogo. Si ponemos casas y empleo ligado al territorio ellos pueden traer niños y trabajo. Intentar que cada comarca o municipio incorpore un 5% de su población en inmigrantes puede ser viable sin convertirla en un gueto.

Las madres cotizan gratis: ¿Gastar dinero de cursillos de igualdad en subvenciones a empresas locales que contraten a mujeres con hijos? Sí, a mujeres madres, no a padres ni a progenitoras B. Subvencionemos el primer año de vida del niño toda la cuota empresarial de la Seguridad Social de la madre. El segundo año la mitad. El tercero un tercio. Así hasta los 18 años. Las empresas empezarán a ver con otros ojos la maternidad de sus empleadas cuando una madre sea más rentable que un trabajador sin hijos. Es mucho dinero, sí, pero solo la quinta parte de lo que le va a costar al Estado la educación de ese niño.

Tecnológicas: Ponemos un parque tecnológico en un sitio pintoresco y esperamos que se peleen Google y Amazon por poner aquí su sede europea. Eso de momento no ha funcionado. Encarguemos desde las administraciones proyectos piloto. Que empresas locales puedan ejecutar proyectos tecnológicos demostrativos para administraciones regionales o locales y con esa experiencia puedan salir al mercado exterior. No subvencionemos a las empresas, pero procuremos que tengan clientes locales con fondos suficientes para encargarles proyectos innovadores. Que sus clientes se puedan desgravar generosamente de los gastos tecnológicos que asuman.

Erasmus rural: Para un universitario leonés puede ser más exótico Truchas, donde no ha estado nunca, que Ljubljana, donde ha ido de escapada un fin de semana de su Erasmus en la República Checa. Un universitario te puede dar una charla razonable sobre la situación en Europa mientras cree, dice y actúa en base a auténticos disparates sobre el rural español, del que desconoce absolutamente todo.

Gastamos mucho presupuesto en mandar estudiantes a Erasmus por Europa, que bien está. Pero ha llegado el momento de crear una especie de Erasmus rural, de forma que la administración beque estancias de los universitarios en zonas rurales de la región, con residencia en ellas durante las prácticas obligatorias de las carreras. Las empresas y administraciones rurales se beneficiarían de un capital humano al que de otra forma difícilmente podrían acceder y habría una bolsa de jóvenes residiendo y conociendo las zonas rurales.

Un gentilicio: Por último la más barata y extravagante de todas, y mucho más importante de lo que a primera vista puede parecer. Los castellanoleoneses tienen un gentilicio con el que no se puede ir por el mundo. No es pronunciable. No se puede desdoblar en castellanoleoneses y castellanaleonesas. Destroza cualquier marca comercial. No cabe en los tweets ni en las tarjetas. Hay que empezar a hablar de castyleses y castylesas. El sector agrario castylés, las editoriales castylesas. Cordero castylés. Probémoslo. Si no quedamos satisfechos nos devuelven el dinero.

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