Diario de León

El soterramiento en Trobajo del Camino es posible y lo merecemos

Publicado por
Rodrigo Ferrer Díez
León

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Estimados lectores, otras veces que ustedes y yo nos hemos encontrado en este pequeño «filandón en diferido», presumí de mi pueblo, de Trobajo del Camino. Hoy toca hablar de ello, pero no como a mí o al cualquier paisano nos gustaría. Hoy toca hablar de cómo mi pueblín, mi «Trobajo de arriba», se está convirtiendo en el último símbolo que cualquiera pudiera imaginar: la ruina casi definitiva, económica, política y moral de nuestra región.

Recuerdo leer un comentario que acusaba a muchos de «dramatismo» al protestar por la esperpéntica situación generada en torno a las obras del ferrocarril. Sí, lo es, esta situación es dramática porque este proyecto, mínimo para el tamaño de un Estado como el español, es la gota que ha colmado el vaso.

Hemos tenido que aguantar perder más de 100.000 habitantes en cuatro décadas, hemos visto a León quedarse sin Feve, a Ponferrada sin autovías o sin la Ciuden, nos hemos quedado sin minas y sin alternativa a ellas pero con dos hermosos peajes, y podríamos aumentar la lista de despropósitos hablando de las otras dos provincias de la región, igual o peor tratadas.

Trobajo ha sido el final, el «hasta aquí» y lo peor es que no solo ha sido símbolo de las obras y del progreso al que parece que no tenemos derecho, sino el culmen de ese plan, que no sé de dónde habrá salido pero lo intuyo, de convertir a los representantes políticos en una metáfora de un grupo de perros hambrientos ladrando por un chusco de pan.

Hace poco, hasta hemos leído a alguien muy poco informado decir que de todas las fuerzas representadas en San Andrés, sólo una, de índole nacional, defendía el soterramiento en su programa. Habría que recordar que desde el leonesismo llevamos defendiendo este proyecto desde 2003, y que el programa electoral de UPL de 2019 no lo nombraba una sino ¡dos! veces. Hasta las ideas se van de nuestra tierra. Más grave resulta pensar que hay quien trata de poner a la misma altura a los que, con lo poco que tenemos, tratamos de proponer cosas y a los que las votan en contra, como pasó con el soterramiento en el Senado en el debate de los PGE de 2018.

Y es que ojalá, de verdad alguien tuviera el valor de sacar adelante este proyecto desde Madrid. Pero a día de hoy la realidad es esta: el soterramiento es posible, pese a las obras de permeabilidad, pese a que el AVE conquiste la ansiada parada que le deje a escasos metros de la playa de San Lorenzo, es y será posible. Sólo depende de voluntad, y por desgracia, esa voluntad de dejar algo bueno en nuestra región, está ahora más cerca de Castellón o de Teruel que de Trobajo, y seamos sinceros, esto sucede porque así lo queremos.

La pandemia no ha hecho sino acelerar el proceso de decadencia que el País Leonés ha vivido desde que fuera obligado a compartir marco autonómico con otra región. Y no sólo eso, también la conciencia de los cada vez menos vecinos que quedan en nuestra tierra y que se cansan de quedar siempre últimos en la carrera del futuro.

Los leoneses estamos muy cerca de un punto de no retorno y sólo tenemos dos opciones. O bien rompemos las cadenas del silencio y de la miseria de una vez por todas, o nos conformamos con lo que hay. Estamos a un paso de generalizar la idea de que somos «españoles de tercera», de que pagamos y pagaremos impuestos para el progreso de otros y de que las pocas migajas que sobren para nosotros, serán demasiado.

Frente a esa idea quedamos los que desde el mal llamado constitucionalismo y el neonacionalismo de marca blanca nos llaman «radicales». Si ser radical es luchar por ser como los demás, aquí tienen uno. Y toda solución, venga de donde venga, si nos aleja del citado punto de no retorno, bienvenida sea. Y en este caso, a pesar de todo, aunque no nos lo creamos, el soterramiento es posible y nos lo merecemos. Basta de complejos, que somos León.

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