Diario de León

TRIBUNA

¡Vente pa Alemania Pepe!

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NECESITAMOS a los inmigrantes «pero con control» (sic. Aznar). La inmigración es un problema esencialmente económico de hombres pobres con DNI que ignoran, desprecian, explotan o retiran su mano a otros hombres pobres pero sin DNI. Esta claro que el color de piel, la raza o la religión importa más bien muy poco. Se huye del hambre -incluso de las dictaduras buenas como la cubana- si es que existen las dictaduras buenas; por lo que podemos deducir que el hambre es el punto de partida. La mayor movilidad poblacional «en este país» se produce durante los meses estivales por parte de ciudadanos comunitarios que ponen patas arriba nuestras costas y que pervierten a nuestra juventud con el «botellón». ¿Quién se integra más en nuestra sociedad: un nórdico que vive en su mansión de las islas con su idioma, su chofer y su comida autóctona o el ecuatoriano que trabaja en la tienda de la esquina y que coincide contigo a las 7:00 a.m. en el portal de tu edificio con los mismos ojos cansados que tú? Conocer el pasado ayuda a resolver los problemas del presente e intentar poder predecir errores del futuro. Una sentencia o máxima castellana reza así: «De bien nacidos es ser agradecidos» El movimiento poblacional interno presenta dos tendencias: centro-periferia -Cataluña, Mediterráneo y País Vasco-; éxodo rural -que tiene estrecha relación con el proceso de urbanización, el crecimiento de las capitales de provincia, los ensanches y el retorno ya sea temporal o permanente hacia el lugar de origen-. Las migraciones continentales por parte de ciudadanos españoles han sido muy importantes hasta la crisis del petróleo de 1973, la prosperidad de los países industrializados requería mano de obra no cualificada que por desgracia sobraba en nuestro país. Al grito de que «investiguen ellos» el fenómeno de la fuga de cerebros dejó las universidades vacías de verdaderos portentos. El espíritu patrio prevalecía sobre la razón y el intelecto. Miles de ciudadanos dirigidos por las instituciones del régimen acudieron masivamente hacia los países europeos. Muchos lograron integrarse en el país receptor, formar una familia, aprender el idioma e incluso adquirir la nacionalidad del país de acogida para sus hijos -recordemos las trabas que existen para adquirir la nacionalidad, incluso el hecho de ser nato, no tiene que conllevar adquirir la nacionalidad del país de acogida; siendo en la mayoría de los casos residentes-. Las migraciónes transoceánica hacia América u Oceanía fue la obsesión para muchos españoles que veían en estos territorios «ElDorado» que nuestra frontera les negaba. A partir de aquí se creó la expresión «hacer las américas». Hay una cierta invariabilidad en los destinos elegidos: Uruguay, Cuba, Brasil, Argentina y, aunque de origen campesino, los emigrantes se instalan en la ciudad ocupando y copando el sector servicios de los países de acogida. Hay que desmitificar la expresión de que «emigrante es el que quiere y no el que puede». La pequeña propiedad incentivó la migración; pues permitió costarse los gastos del viaje y la estancia, así como la vuelta de los capitales. Gracias a la remesa de divisas y a la experiencia adquirida por los retornados se pudo equilibrar nuestra maltrecha balanza de pagos y lo que es más importante; la creación de una nueva clase social: la clase media; sin ella no se podrían explicar los cambios políticos, sociales y culturales. La España que emigra conoce otros regímenes con libertad de expresión, y la Europa atraída por el turismo asombra con sus comportamientos sociales a la España de charanga y pandereta. En estos últimos años las cosas han cambiado mucho. Hemos pasado de ser un país emisor a ser un país receptor de inmigrantes. Cada día hay más familias monoparentales con una abuela que fuma y un abuelo que va al súper. ¿Qué significa esto?: nuestra población cada día está más envejecida y nuestros usos y costumbres sociales más europeizados. Necesitamos a los inmigrantes tanto como ellos nos necesitan a nosotros. Pocos sabemos que la gran mayoría de las «chachas» (que me perdone el gremio)son tituladas universitarias; que un periodo de legalización suele durar unos tres años en el mejor de los casos, que cada día llegan centenares de hombres( en mi argot «ciudadanos del mundo», en el argot de la burocracia política estatal «ilegales»)a pesar de perejil. Y... ¡por Dios caballeros! ¿delincuentes? ¿quién? ¿los inmigrantes? Un buen amigo mío extranjero un día me dijo: España es un país de estereotipos; si un inmigrante mata, todo el mundo va a la caza del inmigrante «pero si mata un jubilado» ¿nos apuntamos a la caza del jubilado?... la respuesta la dejo en el aire. Marruecos no es un país pobre: es un país de pobres. Al igual que España en la década de los 40, su conversión hacia la democracia es imposible -nosotros la denominábamos democracia orgánica-. Nos hemos parecido tanto al país magrebí (y a sus habitantes). Mi amigo tiene verdaderos problemas a la hora de distinguir la tez de un ciudadano de Rota a la de uno de Tánger; ¿y usted avispado lector? Ministerio del Interior, ministros del ramo y demás directores técnicos en la materia: no confundan solidaridad con caridad, quizá quede muy bonito siempre que recuerden que «de bien nacido es ser agradecido».

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