Diario de León
Publicado por
Carlos Antón Roger
León

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Ycomo el ciego que se pierde parte o toda su vida real, verdadera, veraz o utópica, así como la ve el vidente e inclusive el oidor y a un solo gesto o movimiento de cabeza añadido, se cree, nos creemos convencidos e iteramos nuestra humanidad confesa.Pero ocurrirá siempre, cual vejamen personal o conjunto, y lo cierto en nuestra corta vida, es que nos manejamos en conceptos que son tan erróneos, como la forma de pensamiento equívoca en ellos, en tantas y tantos pensamientos indexados e inclusive copiados por no querer menospreciar a semejantes y nos vertemos de forma indefinida, en el pensar en estos tiempos de forma consuetudinaria y callamos sentimientos, emociones, piedades, afectos, pasiones, ternuras, tristezas... somos uno, únicos, tal vez... «por imperativo legal», que ironía.

La parte intermedia como significante de una vida, es la que con frecuencia se antoja falsa, falsa alegría, pues vale mucho más que una tristeza, cuya causa será por siempre verdadera.

¿No será por tanto mejor enmendar nuestros deseos?, tal que la pretensión ambigua o equívoca de la ordenación del mundo... pues para investigar, husmear o pensar la verdad a un nivel tan solo personal, ¿nos llevará por siempre siglos...?; y así será y bien sabida la realidad actual, en tanto que la duda será la pretensión inequívoca pero por siempre notoria de tantos y tantas cosas terrenales vívidas, para que no las podamos trastocar o confundirlas con nuestra existencia humana y semejanza en idéntica forma con la Naturaleza, es decir, ser humano, naturaleza humana, con ausencia de vacío (sabía teoría evolutiva).

El primate, ese mono actual, es tan inteligente, que se me hace posible su ausencia de lenguaje en cuanto a su genética en tanto tiempo implantada, tal vez por el temor a ingerir con todo y de todos sus verecundos y descendientes, y es que la comprensión en ellos, irracional, pero evidente, se torna frecuentemente en una falsa alegría, que les denota un justificante superior a la tristeza humana en cuanto causa verdadera y animal, no obstante siempre hemos querido imitarles en sus formas y modos, pero al no poder llegar a su interior unívoco, seguimos haciéndoles esclavos al manido «ser superior».

Todo ha de funcionar por necesidad paradigmática, sin que haya alternativas, ni voluntad, ni elección, tal que el dicho ser superior, está y será convertido al tiempo convencional (duda razonable), en esclavo de la naturaleza

En mis lecturas sobre el Ensayo de la Ceguera del inclito nobel, J. Saramago, podremos entender nítidamente la misma en forma no física, sino blanca en todos los personajes, humanidad y supervivencia, tal un contagio pluralizado en cuanto a la moral y ética deshumanizados, cual imagen terrible en estos tiempos de encierro en uno mismo, pues la condición humana se está deteriorando por pura metáfora e ignorando a nuestros semejantes, ya que nada ni nadie que esté cabalmente en nuestro poder, en nuestro ego, como raza humana e incluso en nuestros pensamientos, serán un sentir, pues ellos mismos al aventajarnos en forma y conjunto, con el solo lenguaje «no verbal» y la división a las dificultades a que se enfrentan día a día y examinadas en partes variopintas, sin la atención a emociones dislocadas, son y serán por siempre el ser humano, como primigenios del sistema evolutivo; diferencias emotivas, pero tal vez racionales por su propia esencia natural y ya estaban aquí, antes que nosotros, animal, vegetal y mineral; y a ciencia cierta, todo ha de funcionar por necesidad paradigmática, sin que haya alternativas, ni voluntad, ni elección, tal que el dicho ser superior, está y será convertido al tiempo convencional (duda razonable), en esclavo de la naturaleza, a la que por siempre querrá subyugar, esclavizar y despreciar.

El dilema agónico/evolutivo, como migaja naturalizada, será y seguirá subsistiendo, en tanto en cuanto, no lleguemos a despejar la ecuación matemática y disyuntiva con un resultado secular y manifiesto, soltando las cadenas que atenazan nuestra existencia, nuestra vida pasada y venidera, bien sabida y reiterada por todos, que nuestro error es y será por siempre, el convencimiento de ser dueños de todo en forma omnímoda, en el pensamiento físico, psíquico, egotista y añadido a las inherentes ausencias y carencias humanas, somos y seguiremos siendo propietarios de nuestros infinitos fracasos.

Lo curioso como dueños del todo, así mismo de nuestra referida extinción la cual deseamos visto lo maniqueo e insensato de tanta actuación espuria y aspirantes a ella, la seguiremos ejecutando en forma y modo hacia todo lo factible, cual invidente persuadido en su sindéresis de inmortalidad humana, lejos de lo evidente.

Y la cuestión fatal de la especie humana, es y será a todas luces, el proceso de vida avenida y experimentada. ¡Si el ser humano, solo ha manejado su capacidad todopoderosa para el vasallaje de las fuerzas naturales, a cada instante pasado, presente y futuro, seremos un eslabón más en eones terrenales! y añado incluso, en el pensamiento generalizado de la extinción propia pluralizada, cuyo cimiento es y será, que ninguna conducta humana, está genéticamente determinada, ni que el ser humano tiene ni tendrá la capacidad de adoptar cualquier tipo de comportamiento, sea agresivo, bondadoso, cruel, noble...etc, y mis disculpas a J.J. Rousseau, no obstante me hace caer en la necesidad de dar una cierta conjetura a Maquiavelo (Sic), pues ciertamente nuestra propia conducta y comportamiento, es y será por siempre, lo aprendido en idéntica forma que se manifiesta en la naturaleza, pues es de ella misma, de la que hemos inferido que no existen recompensas o castigos, tan solo consecuencias y aunque a menudo está escondida o dominada, jamás, jamás estará, ni será extinguida.

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