Diario de León

Sanidad pública, por qué te quiero tanto

Publicado por
Teresa Ribas Ariño, médica
León

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Te quiero tanto, Sanidad Pública, porque te necesito mucho. Mi afecto por ti es evidentemente interesado y egoísta. Porque si algún día enfermo leve o gravemente, tú me vas a atender sin preguntar el numero de mi cuenta corriente o de mi tarjeta de crédito. Y creo que por ello hay que cuidarte y mimarte. Sobre todo después de que la pandemia que aún nos azota haya supuesto un revolcón tremendo en tus estructuras más débiles y debilitadas. Que hubiera sido en esta situación sin tus servicios. Sería bueno poder alimentarte y darte aquellas cosas que hacen que crezcas y te mantengas contenta y a la vez poderosa: por ejemplo, atender a esa savia que corre por tus venas, esos profesionales de diferentes ámbitos y niveles, que merecen y precisan cuidado y protección. Ellos necesitan mayor reconocimiento, mejores condiciones laborales, tanto los de atención primaria como los de los hospitales. Y esas mejores condiciones no son solo, sino también, unos sueldos dignos y acordes con su capacitación. Es también actualizar los centros en avances tecnológicos , que los dispositivos que necesitas para tratar nuestras enfermedades no se queden obsoletos. Que nuestros profesionales tengan a su disposición los mejores equipos sin que tenga que venir un generoso mecenas a subsanar esos déficits. Y no sólo la incorporación reiteradamente publicitada de aparatos que hace tiempo deberían haber formado parte del arsenal diagnóstico y terapéutico, sino también de mejores herramientas informáticas y de comunicación, para que compartir la información entre servicios y centros no consuma un tiempo necesario para estar con los pacientes.

Es mejor tecnología, mejores herramientas informáticas, menos burocracia, contratos estables, mejor formación; y sobre todo que ésta no dependa de la industria farmacéutica, muy generosa cuando sabe que puede obtener de ello algún beneficio.

Y muy necesario: se precisa una trasfusión de savia nueva que complete las plantillas tan reducidas en algunos puntos, que no se sabe muy bien como afrontarán el futuro inmediato. La restricción en la entrada a las Facultades de Medicina y el insuficiente número de médicos en formación MIR que nunca cubrió las demandas de las sociedades científicas, han llevado a una grave deficiencia actual de equipos médicos. Pero no sólo eso, la marcha de numerosos diplomados en enfermería y también de profesionales de la medicina a otros países que ofertan mejores condiciones laborales, han descapitalizado al país entero en ese aspecto. Y en muchas disciplinas, sobre todo en atención primaria, es imposible encontrar relevo a bajas o jubilaciones en estos momentos. Cuesta muchos años formar a un profesional competente.

Porque los sanitarios no son los responsables de que haya unas listas de espera que dan vértigo cuando las lees; comunidad tras comunidad, son tan interminables e increíbles que van a hacer que muchos te abandonen, querida Sanidad Pública. Añadida a la pandemia, hay una responsabilidad de gestión que ha resultado en una financiación crónicamente deficitaria y que además, ha favorecido a tu pariente nada pobre, la Sanidad Privada, gastando allí fondos que podrían haber mejorado tus condiciones. O tomando decisiones absurdas, como hacer hospitales de pandemia que han costado una indecente cantidad de dinero y ahora están vacíos, infrautilizados y con personal adscrito sustraído de los centros vecinos, y con escasa labor a realizar, como se publicaba en la prensa nacional del día nueve de noviembre pasado.

Porque, querida Sanidad Pública, desde hace ya demasiado tiempo, la situación global sólo apoya a tu pariente nada pobre. Y a ella le mueve la ambición: ha de ser rentable sea como sea, ha de producir beneficios. Mientras que tú, como Servicio Público que eres, te conformas con estar bien gestionada.

Asisto con estupor a los anuncios televisivos de tu pariente, y entiendo que alguien que esté en una de esas obscenas listas de espera, opte por acudir a ella. Hacen ofertas muy atractivas. Pero claro, sólo si ese alguien es solvente. Y sólo si no padece una enfermedad compleja y larga. Y que curioso, ofertan telemedicina como la panacea, mientras que esa misma herramienta la repudian cuando la ofreces tú, amiga. Y también me produce estupor leer que se han incrementado los seguros privados de salud, que las consultas médicas privadas florecen como nunca. A esos seguros ¿quién puede acceder? ¿Puedo todo el mundo pagar una consulta privada?

Otras preguntas que deben hacerse quienes acceden a esos seguros privados: ¿cubren la totalidad de los procesos? ¿cubren una larga enfermedad neurodegenerativa o un cáncer complejo? ¿cubren enfermedades raras? ¿pagan los fármacos? Esa maravillosa clínica, donde tienes previsto ir a dar a luz, ¿tiene uci neonatal por si las cosas se complican en algún momento? Esas situaciones son causa de ruina y endeudamiento en países que no tienen un sistema sanitario como el nuestro.

Porque otro de los motivos por los que te quiero, Sanidad Pública, es por tu amplia cobertura, que me da confianza y seguridad. Todo aquel que precise de tus servicios puede acceder a ti; eres universal y gratuita.

Ahora estás herida, muy herida y es necesario reflotarte. Y eso ha de ser un esfuerzo de todos: de quienes dirigen la sanidad y la economía, cuyo deber es proveer los fondos económicos suficientes para aliviar tus males. Pero también de la ciudadanía y la sociedad, de los grupos de presión, de todo el personal sanitario. En la conciencia de que si te perdemos, estamos perdidos.

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