Bien por el libro

No falla. La Feria del Libro siempre atrae a la lluvia y el pasado lunes no iba a ser la excepción. Por eso en una mañana lluviosa y plomiza, y además festiva, con la resaca de un puente demasiado largo había poca gente por la calle y también por eso fueron pocas las personas que acudieron al Consistorio de San Marcelo a la anual -y retrasada- cita con el libro. Porque durante el 2002 sólo el 23 de abril hubo libros en la calle -si exceptuamos la Feria del Libro Usado y de Ocasión-, en jornada tradicional que ocupa la plaza de Botines, sorprendiendo a los menos avisados. Luego, diferencias libreros-Ayuntamiento estuvieron a punto de dar al traste con el invento, aunque finalmente fuera rescatado y puesto a cubierto. A cubierto ya estuvo bajo una carpa en otra ocasión y ahora se le cobija en el bajo del edificio municipal. La cultura siempre ha necesitado protección y si las instituciones no ayudan será difícil de mantener. En esta tierra nuestra, donde los índices de lectura no son todo lo halagüeños que cabría esperar, no podemos permitirnos el lujo de obviar la Feria del Libro, cuando se gasta dinero público en otras manifestaciones de dudosa relación con lo cultural. La Feria del Libro necesita ayuda y promoción. Cobijarla de la adversa meteorología no es suficiente, hay que acercarla al público y por ello debe anunciarse convenientemente, porque unas casetas o una carpa en la plaza se ven y cualquiera puede decidirse a entrar para ver qué es, pero en el viejo Ayuntamiento, con sólo una pancarta colgada del balcón pueden muchos pasar de largo, sin enterarse. Y dentro se necesita más luz y adecuar espacios que ahora se me antojan exiguos para la enorme actividad editorial que existe. También podrían ponerse de acuerdo los libreros para abarcar todos los temas y no repetirse tanto con los bestseller. Todo sea por el libro, por lo que significa y porque los que lo amamos y no podemos vivir sin él tengamos la oportunidad de acercarnos más.