Diario de León

EN EL FILO

Daños en la estructura

Publicado por
Enrique Curiel
León

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Transcurren las semanas y no parece que el Gobierno y la Xunta estén mostrando capacidad para hacerse con los mandos de la situación, organizar con eficacia la pelea con el fuel, tranquilizar a las opiniones públicas, diseñar una estrategia económica proporcional a los daños actuales y futuros y ofrecer un camino razonable de salida de la crisis. Consecuencia: el estado de cabreo no desciende y saltan incidentes aquí y allí, que, de momento, no han derivado en algo grave. Todos debemos estar a la altura de las circunstancias, pero unos más que otros. Quiero decir, que los nervios del Partido Popular por los posibles daños electorales que se detectan a pocos meses de las elecciones locales y autonómicas, no se pueden conjurar introduciendo presión en todo el sistema recuperando la querencia de los años del ¡váyase señor González!. Es posible que el portavoz socialista, Jesús Caldera, cometiera un error al utilizar parcialmente un documento oficial para poner de relieve la responsabilidad del Gobierno. Pero ampararse en tal circunstancia para que el partido del Gobierno abandone el pleno del Congreso y pida la dimisión de la oposición -el mundo al revés-, sólo se puede comprender teniendo en cuenta el desconcierto que reina en el PP. Se pretende distraer la atención de la opinión pública, embarrar el campo de juego y montar un lío descomunal para huir de la realidad. Porque tal y como se están las cosas, los mínimos reajustes previstos para el mes de enero en el Gobierno de Madrid y en el de la Xunta, se pueden transformar en auténticas crisis políticas mucho más amplias de lo previsto. Aznar intentará limitar los daños, pero la situación de Álvarez Cascos, Jaume Matas y de Arias Cañete, es insostenible. El primero ha presentado la dimisión y los responsables de Medio Ambiente y de Agricultura, Pesca y Alimentación, estuvieron «desaparecidos en combate». Por su parte, el ministro del Interior, Ángel Acebes, del que depende Protección Civil, tampoco se deja ver, y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, todavía no sabe si tendrá que pedir en el Parlamento un crédito extraordinario para hacer frente a la situación. ¿Y la Xunta? Pues más de lo mismo. Fraga deberá pensar en una crisis amplia si quiere recuperar el resuello. Y por último. Esperemos que nadie caiga en la tentación inadmisible de buscar un chivo expiatorio, por ejemplo el BNG, para culparle de la tensión en las calles. Dejémonos de bromas y vayamos a lo que importa. ¿Por qué Fraga no habla con Beiras y con Touriño?, ¿no sería razonable hacerlo para constatar que existe comunicación institucional entre el gobierno y la oposición?, ¿no permitiría recuperar la serenidad necesaria?.

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