Diario de León
Publicado por
Manuel Arias Blanco, profesor jubilado de Secundaria
León

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Nadie en sus cabales entiende que hoy haya un enfrentamiento entre dos países y menos aún que uno de ellos invada al otro. Pero casi siempre aparece alguien para liarla parda. Es insostenible este o cualquier otro enfrentamiento. ¿A santo de qué? ¿El ego crea dictadores que acaparan el poder? Más madera. Pero hoy estamos en otra situación. No vale el juego de matarse para nada. Al fin y al cabo, solo unos cuantos se prestan a una muerte inesperada, mientras que los que ordenan y mandan están a sus anchas dirigiendo el caos. A estos últimos no les va a pasar nada. Por descontado.

El «no» a la guerra está en boca de todos. Ya pasó la Edad Media y la mentalidad de la apropiación carece de interés. Nadie está dispuesto a «jugarse la vida» por el ansia de unos pocos. No merece la pena y la desobediencia debería ser el faro que nos guiara en todo momento. ¡Un desastre!

Para mí sobra el ministerio de defensa con toda su artillería sofisticada. Estaría de más. Creo que la humanidad debería estar preparada para una armonía concertada, donde no fuera necesario tanto armamento. Tal vez, podrían valer unos cuantos guardianes del buen orden y la sensatez, para doblegar a los insumisos. No serían muchos y estaría de más el uso de las armas. Este sería el país para mí soñado. Con unos cuantos encargados de corregir los errores de otros pocos, bastaría. Y así ahorraríamos un montón de dinero para fomentar el trabajo y la cordialidad. El derroche actual no tiene justificación alguna.

Y sobran muchos adalides de la bronca y el sinsentido. Ordenan matar desde un asiento cobarde, en vez de buscar caminos de concordia. No pueden irse de rositas cuantos emprenden un camino de horror y destrucción. No pueden quedar indemnes. Deberían pagar esta deuda con la vida. Por eso se entiende poco que haya Organizaciones en el más alto grado incapaces de frenar y sancionar tanto horror. ¿Para qué existen? ¿Cómo se justifican? Habría que organizar el mundo con otras formas más afines al equilibrio y la cordura. Alguna autoridad debería hacer pagar a quienes promueven la miseria. No pueden irse como si no pasara nada.

Si la política no conduce a la gente hacia metas de concordia, armonía, estabilidad…, carece de sentido su pervivencia. Así empezó la vida, con luchas fratricidas. Luego vino la cordura y nos organizamos. Si no hemos superado aquella etapa, mejor que vivamos a nuestro aire, al amparo del sinsentido, sin más miras que el puro medrar y enriquecerse... Y entonces sobran los políticos, esos en cuyas manos hemos depositado todo nuestro afán. Si no nos salvan en momentos de desafuero, ¿para qué los queremos? Si ellos mismos provocan las discordias, ¿por qué obedecemos? Digamos basta. Nos lo piden esos millones de refugiados y las caras asustadas de muchos inocentes.

Detrás de la sonrisa de un soldado solo veo la muerte de gente inocente. Que alguien pare esto y si no, que paguen por sus sinrazones. Bastante tenemos con las enfermedades naturales para que haya gente empeñada en socavar la convivencia.

Ojalá que los acontecimientos me desdigan de este desafuero sin tino y lo de la guerra quede en migajas. Aun así, ya es doloroso el desarrollo de la situación bélica. Conque solo caiga/ muera una sola persona inocente bastaría para reafirmarme en lo escrito. No podemos inventar estas cacerías humanas. Si algunos quieren exhibir este desmadre que vayan a un espacio amplio y libre y allí diriman sus ansias de morir o matar. Y que nos dejen a los demás vivir en paz.

Un veterano que había vivido/sufrido la guerra civil española nos dijo a unos cuantos: por favor, evitad la guerra. En esas circunstancias no hay familia, ni amigos. O matas o te matan. El miedo lo tapa todo. ¿Por qué no paramos tanto horror innecesario?

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