Diario de León

Penúltimas palabras sobre Guzmán

Publicado por
Afrodisio Ferrero Pérez
León

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Tras la presentación de la obra Guzmán el Bueno. La grandeza de un Héroe (Ed. Leonesas, 2021), estoy convencido de que nunca se escribe el último folio, como nos decía el gran narrador italiano Umberto Eco. Es una sensación que suscribo ya que, una vez terminado el libro, vienen a mi memoria nuevos datos y episodios que parecen substanciales y no se pueden incorporar. Así, en mi caso, es de justicia manifestar mi agradecimiento a todas las personas que han colaborado y a los medios que han participado en la difusión de dicha obra.

En primer lugar, a mis colegas Pedro G. Trapiello y Gonzalo Garcival, que apadrinaron la presentación de Guzmán el Bueno en el club Peñalba (Casino de León), al tiempo que agradezco la presencia de su presidente: José Luis Marcos. En el mismo sentido, expreso mi reconocimiento al profesor Antonio Palacios, y al documentalista Javier Beneitez, que presentaron la obra en Santa María del Páramo con el patrocinio de la concejalía de Cultura de dicho municipio (Omar Sabarías).

«Murió tal como pensaba, en el campo de batalla como los grandes héroes de la antigüedad»

Por otra parte, a los medios informativos de León, mi agradecimiento; en especial a Diario de León que, a través de diversos comentarios, me ha permitido un diálogo con diversos lectores. Y de acuerdo con el prologuista y escritor leonés Isidro González, he pretendido hacer una biografía de Guzmán con sus luces y sus sombras.

No se trata de una referencia aislada y laudatoria más sobre el caballero leonés, sino un intento de situarlo en el centro de todos los avatares del tiempo sin olvidar su grandeza y sus limitaciones, que ejercían unas determinadas influencias sobre él, como las relaciones familiares y las luchas internas del reino leonés que fue dominado por el de Castilla.

Me identifico plenamente con la opinión de este historiador leonés sobre el perfil histórico del personaje, en el sentido de «limpiar los tópicos y las fotos fijas que se han fraguado sobre la figura de Guzmán».

Consideró oportuno reiterar que nació en León (23/1/1256), siendo hijo bastardo de don Pedro Núñez de Guzmán, adelantado mayor de Castilla, que prestaba sus servicios al rey Alfonso X, el Sabio, Y con anterioridad a Fernando III, el Santo. Siendo éste el personaje que mece la cuna del niño Alonso, para que reciba una educación y formación propia de la nobleza y en relación con las «artes de la guerra». Éste es el origen de su servidumbre y su grandeza, en definitiva, su estrella. La preparación comienza a los 6 años, cuando ingresa en el monasterio de San Pedro de Gumiel (Burgos); al cumplir los 8 años completa esta formación en el monasterio de Sandoval (León).

Conviene fijar como concretos estos datos sobre su discutido nacimiento y destacar el tipo de formación que recibió en estos cenobios medievales. Ya que, por diversas circunstancias, a Guzmán se le ha atribuido un origen burgalés, sevillano o marroquí. Creo que es necesario fijar con claridad La trayectoria vital del héroe, así entre los siglos XIII y XIV, Guzmán (1256-1309) tuvo una presencia muy relevante el León dónde, donde vivió hasta los 19 años, en un palacete de Pedro Núñez de Guzmán (actual audiencia provincial) situado frente a la colegiata de San Isidoro, y más tarde prosiguió su formación en Sevilla, donde residía su padre, a la sazón consejero de Alfonso X, el Sabio (1282-1284).

Fue allí donde por una circunstancia excepcional se «desnaturó» buscando señor fuera de Castilla, y con un grupo de hidalgos leoneses y amigos se dirigió al emirato de Fez, en Marruecos, y fue contratado como guarda mayor del sultán Ab- Yusuf y allí residió dos etapas, la primera de 1279 a 1282, año en el que regresó a petición y en auxilio del rey Alfonso X, el sabio que, como agradecimiento, le ofreció el casamiento con una noble sevillana María Alonso Coronel.

Una vez celebradas las nupcias iniciaron juntos su vida en Fez entre 1282 y 1291, la segunda etapa. «Y las vueltas que da la vida», Guzmán regresó definitivamente a España a petición del Rey Sancho IV (hijo de Alfonso X, el Sabio) que había conquistado Tarifa a los moros en 1292 y le encomendó la defensa de esta plaza a Guzmán tras abandonar su defensa la orden de Calatrava. Para cumplir con este objetivo fue nombrado alcaide de Tarifa, que fue duramente asediada por los benimerines. Alonso Pérez de Guzmán se comprometió a defenderla con la ayuda de la flota conjunta castellano-aragonesa, aplicando toda su capacidad en las Artes de la guerra».

Y es en este escenario cuando aparece la presencia de su hijo primogénito, Per Alonso de 9 años de edad, que había sido secuestrado por el infante don Juan (hermano del Rey) que se hizo cargo del niño para ser trasladado a la corte de Don Dionis en Portugal lejos de las peligrosas incursiones musulmanas. Este hecho puntual de la entrega del infante que llegó a las manos del caudillo Benimerín Ab-Yakub, desencadenó la tragedia al amenazar al defensor de la plaza de Tarifa con el resultado bien conocido por todo el sacrificio del niño. Guzmán y su hueste no se rindieron ya que». Los buenos caballeros no compran ni venden la victoria». Nadie llega a la condición de héroe, si no demuestra fortaleza de espíritu; el fuerte no cae en la aflicción, aunque el dolor sea duradero.

El 11 d septiembre de 1309 Guzmán murió en combate contra los musulmanes en la Sierra de Gaucín (Málaga) cuando tenía 53 años, pero su estrella no se apagó desde entonces, sino que su heroísmo y sacrificio en la defensa de la España cristiana recorre la historia en la memoria de los hombres de buena voluntad.

Murió tal como pensaba, en el campo de batalla como los grandes héroes de la antigüedad. El Himno de León le recuerda: «Tierra hidalga tierra mía /estrofas del romancero/ desde Guzmán a don Suero /va tremolando el honor».

Solo el héroe (según Unamuno) sabe quién es, pero quién quiere ser solo él y Dios lo saben. Ahora los lectores tienen la palabra.

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