Diario de León
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Es principio científico universal, aceptado por todos, que la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Siendo así, parece evidente que de ella no puede salir o nacer la vida humana, lo espiritual, el alma. Está tan claro que ningún científico ni experiencia real han demostrado lo contrario.

El fanático (aunque haya sido galardonado con el Nobel de Literatura), por mucho que intente disimular, siempre ha de mostrar su cerrazón, y por eso es capaz de escribir esta soberana majadería: «He aprendido a no intentar convencer a nadie. Convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro».

Es increíble que todavía haya «intelectuales» que, aparentando saber de casi todo, incluso de economía, sigan propalando que los bancos nos costaron, en 2008, más de 64.000 millones de euros, de los cuales no se han recuperado 56.000.

A estos «lumbreras» les es imposible admitir que estas cantidades aportadas por el erario son, exclusivamente, las que han salvado a los clientes que tenían sus dineros en las cajas de ahorros, entidades fracasadas y arruinadas por culpa de sus malos gestores. Las cajas formaban, en realidad, el sector público encargado de recibir ahorros, dar crédito, invertir en aras del bien común y generar ganancias para repartirlas en obras sociales y culturales; eran el 53% de todo el «cotarro» financiero y el mejor «sostén social» en el medio rural. Algunos dirigentes pensaron y decidieron «que la caridad bien entendida debería empezar por ellos mismos» y, en consecuencia, se «forraron» a costa de todos los españoles.

Los bancos (la banca privada), no quebraron, no costaron dinero al erario, y si ustedes quieren culpables piensen en las cajas de ahorros y montes de «impiedad», y en los mandamases del Banco de España que también se fueron de rositas.

El acérrimo partidista no sabe aritmética, no cuenta bien (aunque sea ingeniero de caminos), por eso sigue hablando del «Trío de las Azores» sin querer admitir que eran cuatro los que salieron en la famosa foto (excluyen al portugués Barroso), que contaban con el visto bueno de más de cien países (Japón, Australia, Nueva Zelanda...), y que la ONU ya había dictado un embargo contra Iraq (Francia y Alemania lo burlaban, seguían haciendo lucrativos negocios con Saddam). Además, el cuarteto de las Azores contaba con el total apoyo del socialista Javier Solana, que en 1995 había sido secretario general de la Otan y desde 1999 hasta 2009 secretario general del Consejo de la Unión Europea o Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad Común, conocido como «Señor PESC».

El fanático no aprende pero sí enseña, enseña demagogia barata y sucia, repleta de falsos «razonamientos». Por eso afirma, sin rubor, que las «Torre Gemelas» de N.Y fueron derribadas por culpa de las provocaciones de los EE UU; que los atentados sangrientos del 11-M (11 de marzo de 2004) en España, con cientos de víctimas inocentes, fueron por culpa de Aznar, que también había provocado a los terroristas poniendo los pies sobre la mesa al lado del presidente Bush.

Y esta cerrazón fanática, indecente, sirve para que algunos descerebrados publiquen artículos disculpando a Putin, diciendo que ha sido provocado, que EE UU y Occidente no le mostraron suficiente «cariño» ni le dejaron otra salida; que Gorbachov fue un traidor, que Ucrania es la rebelde, la mala, que los ucranianos son unos nazis, y los rusos viven en una gran democracia pacífica, solidaria y feliz.

Líbranos, Señor, de la gran cantidad de mentiras y barbaridades que tenemos que aguantar las buenas personas que de verdad amamos y defendemos la libertad, la solidaridad, la justicia, la concordia, la paz, es decir, la democracia.

Protégenos, Señor Dios, de los fanáticos, hipócritas, que se adornan con la falsa virtud de la tolerancia para poder hacer el mayor daño posible. La tolerancia nunca ha sido virtud, la moderación sí, sí lo es.

Viva pues la moderación, y muera la cínica tolerancia que es el recurso al que apelan los exaltados, los transgresores y los rebeldes sin causa que siempre tienen y encuentran enemigos a los que echarles las culpas de sus propios errores, necedades e incongruencias.

Todos deberíamos aspirar a ser más moderados que tolerantes, empezando por moderar nuestras propias ambiciones. Necesitamos maestros honestos, serios y trabajadores en escuelas para la moderación.

Me atrevo a decir que la moderación es la gran virtud, la virtud olvidada, que desgraciadamente no tiene buena prensa ni recibe apoyos en ningún sitio. Donde hay moderación es casi imposible que surjan conflictos. ¿Quién defiende hoy la moderación? ¿Dónde están los librepensadores?

La demagogia ha sustituido a la utopía, pero no hay que tener miedo, ni enfadarse, aunque vivamos preocupados por los efectos nocivos de un mundo tan global, tan desarrollado y científico que ha conseguido ir a la Luna pero es incapaz de fabricar para los coches, tractores, motos y bicicletas unos neumáticos seguros, sin aire, que no se pinchen, que no exploten, que no maten.

Líbranos Señor de los patinetes que circulan por todas partes, vehículos de motor para los cuales no rige ninguna de la Normas de Tráfico.

«Cuando la verdad le hace daño, el necio siempre la niega».

«La lucha de clases nunca ha sido deporte olímpico».

A ver si se enteran de una vez (o de varias), que, a pesar de todos los males, «la naturaleza humana es tan sabia que tiene células madre, no padre».

El que esté libre de culpas...

Con toda Burbialidad.

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