Diario de León
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Hay «escritores» que no escriben: sólo prestan su nombre, o lo venden. Sucede, especialmente, en la llamada «novela histórica». Estos «famosos», sin haber pasado por el relato o la novela corta, de repente aparecen en escena con unos «tochos» de quinientas páginas o más. Conozco a alguno que ha publicado tres extensísimas novelas históricas en apenas cuatro años ¿De dónde sacarán el tiempo para investigar y escribir…? Es muy fácil: trabaja para ellos un grupo de «esclavos» que cocinan libros como churros. En alguna ocasión he visto, en vivo y en directo, a orgullosos autores de novela histórica, que, al ser entrevistados, no sabían responder a preguntas concretas, demostrando así, sin querer, que sólo tenían un somero conocimiento general, que ni siquiera se habían leído bien «su obras».

Lo que hoy llaman «novela histórica» es, en la mayoría de los casos, enorme engendro desnaturalizado que busca el éxito comercial a base de publicidad, sin crear personajes ni respetar el ambiente histórico cierto y real de la época en la que se sitúa la narración. Antes, el escritor de novela histórica cuidaba el marco histórico, el ambiente: inventaba los personajes. Ahora se manipula la Historia, se explota a los grandes personajes históricos, a los que se disfraza con invenciones ridículas, increíbles, para magnificarlos o mancillarlos según decidan, a priori, los promotores.

Sí es excelente novela histórica El Señor de Bembibre , del escritor villafranquino Enrique Gil y Carrasco.

Ahora, en estos tiempos tan mediocres, los «escritores» no conocen la historia, y sus «obras» poco o nada tienen de Historia y de novela.

¿Quieren que les cuente lo del misterioso mapa de Piri Reis que un famoso dice que lo fue a buscar a Medio Oriente, poniendo en grave peligro su vida, investigando y sobornando incluso a funcionarios hasta lograr fotografiarlo y traerlo oculto a Occidente para mostrarlo a sus muchos lectores y descifrar el gran misterio de Colón y el Descubrimiento de América…? Pues todo falsedad, todo mentira: pueden comprobarlo leyendo en Aramco World una de sus publicaciones del año 1992 titulada El Medio Oriente y la época del descubrimiento . Entenderán entonces hasta qué punto se pueden falsificar los hechos históricos, y engañar a las personas haciéndolas dudar de todo.

El verdadero escritor crea personajes, que es tarea muy complicada. Sin embargo, los que, por encargo, fabrican «novela histórica», ya parten con los personajes hechos y lo único que hacen es disfrazarlos según cuadre mejor al inversor que los financie, siempre con el afán comercial de llamar la atención de los posibles lectores que, básicamente, no conocen la Historia y son más fáciles de manipular.

Reconozco que me sulfuran los anacronismos de las «novelas históricas». Hay una dedicada a magnificar a Juana La Beltraneja e insultar a Isabel la Católica de forma absolutamente falaz. En ella figura esta exageración: «Las tropas que marcharon sobre Simancas eran ochenta mil peones y catorce mil de a caballo». Demasiada gente, sin duda, pero en este tipo de «novelas» cabe todo, incluso que La Beltraneja y su «dueña» tomaran tazas de rico chocolate antes que, procedente de Las Indias Occidentales (América), lo trajeran los españoles a España.

Rechazo las «novelas históricas de factoría», montadas en cadena por un grupo de operarios, conforme a un diseño previo, bajo el férreo control de correctores y publicistas.

Mi humanismo generoso y solidario sí me ayuda para comprender y disculpar a los «nuevos escritores viejos», que no tienen obra de juventud, que han empezado a «escribir» y a publicar después de haberse jubilado. Seguro que se aburrían.

En León, hace algún tiempo, el escritor Ruy Vega me presentó a su amiga la norteamericana Elena Patinson, espléndida rubia de grandes ojazos verdes, tan impresionante que me pareció fantástica, de ciencia ficción. Me abrazó y besó con tanta fuerza que inmediatamente me sedujo y me llevó a otra dimensión. Pudiera parecer mentira, pero es verdad que ella y yo (yo, un tipo con suerte) disfrutamos, de lo lindo, en el viaje sideral que hicimos hasta la cara oculta de la luna; y, luego, de regreso, mucho nos complacimos recorriendo el hermoso camino que nos llevaba al Campo de las Estrellas. Todo fue alucinante. No puedo dar más detalles, soy un caballero.

Si el destino lo permitiera, en otra ocasión podría opinar sobre la creación poética. Mientras tanto, seguiré emocionado leyendo No callarán mi voz, magnífico libro del amigo Emilio Vega Gómez, uno de los mejores poetas líricos de España, y gran lujo para el Bierzo, nuestro amado Bierzo, que le debe un Homenaje y algunas calles.

Escribir es crear, y el escritor de verdad es un ser divino que siente el universo en su plenitud, lo disfruta, lo padece y lo muestra, pues está muy cerca de Dios y con Él habla, de Creador a creador.

«Afortunada es la pluma estilográfica que al agotarse recibe una nueva transfusión de tinta. El lápiz, sin embargo, ¡pobrecito!, entrega su vida como un héroe».

«En la literatura, igual que en cualquier otra faceta de la vida, siempre es más digno ser un «don nadie» que un «cualquiera».

«Los escritores deberían saber que no es lo mismo estar «sembrado» que tirado por el suelo».

El que esté libre de culpas...

Con toda Burbialidad.

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