Diario de León
Publicado por
Germán Barreiro González
León

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Lector. José Ortega y Gasset, nació en Madrid en 1883 y falleció en dicha ciudad en 1955. Fue uno de los más brillantes filósofos de nuestra historia, amén de ensayista, periodista y crítico literario. Catedrático de Metafísica en la Universidad de Madrid y fundador de la Revista de Occidente , en 1932 Alemania le otorgó la Medalla Goethe, condecoración oficial que premia la contribución a la difusión de la lengua y cultura alemanas. Con motivo del 140 aniversario de su nacimiento, tal día como mañana, el 9 de mayo del ya citado año 1883, me parece oportuno e interesante recordar a personaje tan singular y extraordinario, basado en lo que de él he leído, que —a la vista de sus numerosas y variadas publicaciones— es bien poco, aunque creo que significativo.

La primera de sus obras que leí siendo estudiante, fue La rebelión de las masas (1937), recopilación de quince lúcidos artículos de naturaleza histórica, social y política publicados en el diario madrileño El Sol. Son a mi juicio en buena medida intemporales, pese a lo que el propio autor dice en el prólogo que por cierto titula «para franceses» y el epílogo «para ingleses». En esta época leí asimismo España invertebrada (1922). Aquí escribe: «la rebelión sentimental de las masas, el odio a los mejores, la escasez de estos; he aquí la razón verdadera del gran fracaso hispánico […] hay que ponerse a forjar un nuevo tipo de hombre español». Es esta obra de suma utilidad para conocer realmente nuestra idiosincrasia y que ayuda sobremanera a entender la situación actual de España como nación. Treinta años después, Meditaciones del Quijote (1914), su primer libro, que contiene «gloriosos asuntos y cosas nimias», como, por ejemplo: «los españoles ofrecemos a la vida un corazón blindado de rencor, y las cosas rebotando en él son despedidas cruelmente. Hay en derredor nuestro desde hace siglos, un incesante y progresivo derrumbamiento de los valores». Es en este libro –cuyo título no se corresponde enteramente con su contenido– donde se encuentra la oración quizá más célebre salida de su pluma y de general conocimiento, al menos en su primera parte: «yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo».

En plena pandemia leí el ensayo titulado Tres cuadros del vino , publicado en 1916 en la revista El Espectador. En él describe a la vez que comenta, La Bacanal de Tiziano; La Bacanal de Poussin, y Los Borrachos de Velázquez señalando el comienzo que «estas tres obras de tan disidentes artistas coinciden en el tema, son diversas soluciones estéticas a este tragicómico problema: el vino» que es «un problema cósmico». Del cuadro de Tiziano dice: «no creo que haya cuadro en el mundo tan optimista como este […] podría llamarse lo que es en verdad. El triunfo del momento […] tenemos en este cuadro espléndido, la filosofía del Renacimiento». Del lienzo de Poussin: «la alegría que describe, produce en nosotros una reacción amarga, porque nos sentimos excluidos de ella. La realidad es laboriosa y lugar de dolor; la felicidad es irreal como estos dioses y estas ninfas». Y sobre el de Velázquez: «en su bacanal no hay un Baco, sino que hay un sinvergüenza representando a Baco. Es nuestro pintor. Ha representado el camino para nuestra edad, exenta de dioses; edad administrativa en que, en vez de Dionysos, hablamos de alcoholismo». Si tienes ocasión, vete a verlos al Museo del Prado acompañado del texto ortegiano, del que aquí he dado un brevísimo apunte. Date tiempo y sosiego; sentirás la emoción que causa ver la relación tan especial que aquí se da entre Pintura y Literatura. Por cierto, el filósofo madrileño ha emparentado de forma curiosa con ese «dios sabio, fecundo y danzarín» que es el vino: con su primer apellido se ha bautizado una variedad de uva creada por Hans Breider en 1948 en el Instituto Bávaro del Vino en Wurzburgo; la «uva Ortega» se usa principalmente para la elaboración de vinos blancos y dulces y se toma también como uva de mesa. Recordando a Ortega…

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