Diario de León

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Permítanme que les cuente una historia. Llevamos semanas, meses, e incluso años viviendo una sensación de votaciones constantes. Cuando no son municipales, son autonómicas y cuando no, nacionales. Y entre medias, puede que también las válidas para presidir la comunidad de vecinos.

Y, con excepción de esta última que no tiene porqué en ninguna de las otras se escucha, con la frecuencia que sería deseable el nombre de España. Con lo importante que tiene que ser ese nombre para cualquier español. Vamos, digo yo.

Da envidia escuchar a los franceses como hablan de Francia. Los alemanes igualmente se vanaglorian de su país y no digamos los norteamericanos, para quienes su país siempre está en su boca y en su corazón. De verdad, ¡qué envidia!

En España somos distintos sin ninguna duda. Aquí cuesta trabajo decir España en voz alta. Para algunas cosas, nos creemos los reyes del mambo y para otras nos avergonzamos de lo que teníamos que estar orgullosos.

Muchos de nuestros políticos son mediocres de toda mediocridad, cosa alarmante por sí misma y no estaría mal que tomasen nota de nuestro Rey que no quita la palabra España de su boca. ¿A quién molesta eso? Parece que, a muchos, o a juzgar por el ruido, a unos pocos, pero muy ruidosos. Unos se callan por cobardía y otros lo dicen por osadía y siempre en tono negativo. Renegando de España.

Un niño, una niña americanos, desde muy pequeños aprenden que su país es algo grande no comparable con nada. ¿Ocurre lo mismo en España? De ninguna manera. Luego, ¿dónde está el inicio del problema? Lo que se aprende en la niñez constituye una bandera para el resto de la vida. El resto tiene otra valoración.

Entonces, ¿Dónde está nuestro país en el llamado concierto internacional? ¿por qué la imagen de España, el nombre de España está tan devaluado entre muchos españoles? Nos guste o no, tenemos un problema que, solo nosotros podemos arreglar.

España es muy grande para que, ahora, las circunstancias parece que la hacen pequeña.

Tenemos que presumir mucho más, muchísimo más de España. Aporta muchísimo España en muchos campos donde su nombre, aquí sí, causa envidia. Y, sin embargo, en el mundo político (de nuevo la mediocridad al aparato, de la que no son capaces de librarse)

Estamos recién salidos de unas elecciones generales y, salvo en los políticos azules cuesta mucho oír presumir de España. Se incumple la Constitución, se incumplen leyes ya aprobadas, se hacen nombramientos a dedos donde no toca, se toman decisiones que parecen creadas por niños o por adultos con problemas mentales. Y todo esto no es el buen camino para presumir de España y para evitar lo que por ahora, está viviendo nuestro país.

Hay que tomarse todo esto muy en serio. La imagen que desprenden nuestros políticos no se corresponde con lo que ofrece, de verdad, España. Y esto debe ser corregido, arreglado por los propios españoles. No existe otro camino.

¿Es donde está España ahora donde usted quiere verla en los próximos años? Usted, como yo, sabemos el camino correcto para arreglarlo. Depende de que no pongamos en marcha.

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