Diario de León

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Déjenme que les cuente una historia. Todo pasa a tal velocidad que la calma y la tranquilidad son, en verdad, difícilmente alcanzables. Hablo del tema político que nos rodea. Los acontecimientos se suceden a velocidad de vértigo, pero no tenemos más remedio que hacerles frente.

Ya ha pasado, el por mucho esperado día 23-J y como cualquier episodio importante, y éste ya lo creo que lo es, ha dejado huella, debido a la sorpresa de los resultados, distintos de forma clara a las previsiones de los Institutos de opinión y, también distintos a lo que creía la opinión de la ciudadanía, a juzgar por analistas expertos en estos temas.

Pero las cosas, no suelen suceder por casualidad. El resultado de las urnas fue el que fue porque así lo quisieron los españoles. ¿Qué lectura hacemos días después de las votaciones siendo honestos en la definición? Pues que lo que parecía no fue y fue lo que no parecía. Bienvenida sea la libertad que nos ha permitido votar y bienvenida sea la escasez de incidencias durante la votación. Eso habla alto y claro de la madurez democrática de España. Pero aún hay mucha tela que cortar. Nos falta mucho por aprender en algo que, en otros países, lo tienen muy superado y se nota. Me refiero a la relación y contacto entre los políticos, especialmente, pero no solo, entre los líderes de los dos grandes partidos de nuestro país. Una pena, pero es así.

Hemos conocido el intercambio epistolar entre Feijóo y Sánchez y produce verdadera pena. La carta del líder del PP es correcta, educada y demuestra voluntad de diálogo y, desde luego, amor a España dejando claro que comunica la decisión de Feijóo de presentarse a su investidura, siendo, como ha sido, el partido más votado y, por tanto, el ganador de las elecciones.

La contestación de Sánchez mantiene la línea y el tono de siempre, de lo que ha sido la actual legislatura de nefasto recuerdo ya. Irónica, despectiva, prepotente y con los cuatro chascarrillos que ha utilizado hasta la saciedad; el gobierno progresista, el tándem PP-Vox, como ejemplo de la extrema derecha, el avance de España, etc.etc, y con una carga de protagonismo que no merece ya, puesto que el PSOE es el perdedor de las elecciones del 23-J. Eso a Sánchez le da igual, se la remamfinfla. Él está amarrado a la Moncloa y, por nada del mundo quiere abandonar su sillón. Aunque usted y yo y millones de españoles más volvamos a escuchar sus mentiras y vivamos cada vez peor.

Comete, además, Sánchez la cursilería y la gilipollez de tratar a Feijóo de usted, cuando de todos es sabido que siempre se han tuteado, como es lógico. Por cierto, Sánchez, aún no se ha dignado felicitar al ganador de las elecciones (qué diferencia cuando Rajoy, fue a felicitar a su escaño a Sánchez, ganador de la moción de censura última)

Y, con este panorama, ¿qué le espera a nuestro país, a España?

Tiemblan las piernas solo de pensarlo. ¿Cuál va a ser la actitud del rey Felipe VI, ante tamaña situación, nunca vivida? No tenemos otro camino que esperar. El calendario político dice que el próximo 17 de agosto se constituyen las nuevas Cortes, y a partir de ahí se pondrá en marcha la maquinaria política que conduzca a España a la situación que le corresponde después del resultado electoral del 23-J.

Ni que decir tiene que, la serie de partidos satélites del PSOE, y que, sin esa nave nodriza no serían nada de nada, ya están moviéndose y ofreciendo, vaya usted a saber a qué precio, sus «sies» de apoyo a Sánchez. Pero siguiendo la línea practicada hasta ahora por este PSOE, desconocido y nunca comparable que el de los 80 y 90, etc, el presidente Sánchez, cuando termine sus vacaciones, faltaría más, se supone que cerrará en positivo los contactos tenidos hasta ahora para lograr continuar en la Moncloa una legislatura más.

Una cosa debe quedar clara después de este episodio y sus consecuencias después del 23-J. Todo lo que ha ocurrido hasta ahora y, ojalá, deje ya de ocurrir más de lo que hemos vivido, se debe reconocer que es culpa de nosotros mismos, de los españoles que, parece que queremos arreglar todo y al final, según se ha visto en la legislatura que ya termina, no se arregla nada. Nos queda mucho que aprender.

Y mientras tanto, Europa caminando y España renqueando. ¡Qué vergüenza!

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