Diario de León

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Déjenme que les cuente una historia. Para la democracia española, para nuestro país, ¡no! ha sido una buena noticia el abandono, por parte de Iván Espinosa de los Monteros, de su puesto como portavoz de Vox y de su escaño en el Parlamento español. No es un tópico, aunque lo parezca, pero, es que siempre o casi, se van los mejores.

A juzgar por los muy expertos en estas cuestiones el prestigio de Espinosa de los Monteros, en el mundo de la política, tenía niveles difícilmente alcanzables, razón por la que se entiende menos aún su apartamiento, parece que voluntario, de la política en general. Ocurre que seguimos la tradición que dicta que sólo se habla bien de los españoles cuando fallecen o cuando voluntariamente abandonan un puesto relevante. Cuando se habla de profesionales de élite, no digamos del deporte de élite y, permítanme que incorpore la política de élite, es muy difícil un abandono voluntario. Si éste se produce te silban los oídos a modo de alarma o de que algo pasa. Con el tiempo, ese gran juez que no nos abandona jamás, las cosas se sitúan donde les corresponde y en el caso de Espinosa ocurrirá exactamente igual. El tema es saber cuándo.

Hay que emplear esa absurda palabra de «supuestamente» para estar dentro de los cánones correctos que los seres humanos nos imponemos cuando definimos algo que, sabiendo que es cierto, anteponemos el «supuestamente» para dormir tranquilos. Qué cosa más absurda.

Pues «supuestamente» la salida de Espinosa de los Monteros ha sido voluntaria y la razón se centra en motivos personales y familiares, según él mismo ha declarado en su adios. Diplomática definición que no se la cree ni el tato.

A pesar de su peso específico dentro de su partido, ha sucumbido a las maniobras de algunos de sus correligionarios.

Hombre perfectísimamente preparado y educado, cosa también muy difícil de encontrar entre los 350 diputados que conforman el Parlamento español.

Hombre con ideas y creencias liberales que le costaba mucho, como se demostraba en sus intervenciones parlamentarias persuadir a sus Señorías de otros partidos e incluso de su mismo partido. Y siempre con la palabra España en los labios y, por supuesto, en el corazón.

Un luchador que siempre se apoyaba en la verdad e intentaba lo mejor para la ciudadanía española.

Algo muy serio ha debido ocurrir en la sala de máquinas de Vox para que el resultado haya sido prescindir de Iván Espinosa de los Monteros.

Fue fundador de Vox, juntamente con Abascal y con otros miembros cofundadores que pusieron en marcha un partido que el PSOE se empeñaba con insistencia de martillo pilón en denominar ultraderecha pero que jamás llamaban ultraizquierda a EH Bildu. El caso es que quizá, digo, quizá los resultados de las elecciones del 23-J decepcionó a los militantes y simpatizantes de Vox y comenzó a prepararse lo que ahora estamos viviendo.

No es lógico que grandes hombres en cualquier actividad y más en la política estén pagando precios altísimos porque los sectores duros dentro de sus partidos imponen sus criterios, cogen, en ocasiones, a quien nadie esperaba y que coincide que ese alguien no dice nada y calla como un muerto. Tenemos que profundizar mucho más en nuestra democracia. Hay que aceptar muchas más opiniones que no compartimos pero que estamos dispuestos a debatir.

Es una verdadera lástima que una cabeza, un talento, como el de Iván Espinosa de los Monteros no pueda expresar sus ideas sobre lo mejor para España, siempre desde el punto de vista de su partido. Pero, como ya se ha mencionado, casi siempre se van los mejores.

Quiero resaltar el enorme sentido del humor que, en su vida privada, tiene Iván Espinosa de los Monteros. En época de pandemia, cuando todo el mundo íbamos con nuestras mascarillas siendo difícil, algunas veces identificar a alguien, me encontré con

Espinosa de los Monteros en una relojería de Madrid. Los dos teníamos la mascarilla puesta y yo, osadamente y sin conocerle, me acerqué a él y le pregunté;

¿Eres quien yo creo que eres?

Me contestó:

Sí, Brad Pitt

Nos reímos los dos.

Y, mientras tanto, Tezanos, Otegui, Puigdemont, el maleducado de Ortuzar y demás amiguetes siguen teniendo la sartén por el mango. No hay quien lo entienda, pero es lo que hay.

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