Diario de León

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Permítanme que les cuente una historia. Ha tardado demasiado, pero, al fin ha llegado. El sentido común parece que se impone y las aguas están a punto de volver a su cauce. Digo a punto, porque cuando escribo esta Tribuna, ya el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, ha declarado que él no dimite. Lo ha repetido hasta cinco veces. Por si acaso alguien no se entera.

Aunque no lo declaramos cada día quizá ahora convenga recordarlo. Lleva nuestro deporte unos años demostrando como se hacen las cosas y siendo la envidia de quien conoce sus hazañas. En España y fuera de España. Tenemos deportistas talentosos, y las medallas, trofeos y clasificaciones hablan muy claro de los éxitos conseguidos.

¿Merecen nuestros deportistas tener un presidente, absolutamente impresentable de acuerdo con su actuación con motivo de la victoria de nuestras futbolistas y la consecución del campeonato del mundo de futbol femenino? No señor.

Este ser, ha demostrado, una vez más, (no es la primera) su categoría como ejecutivo de una empresa que se tiene que encargar de gestionar lo mejor posible el futbol en general y en concreto el fútbol femenino. Este ser, de difícil definición, no es válido para el futbol ni para cualquier gestión de empresa donde se requiera, educación, saber estar, buen trato de las palabras y de sus gestos.

Hacía y deshacía a su antojo y manejaba con soltura las prebendas que le proporcionaba su envidiable puesto de presidente de la Federación Española de Fútbol. Nada menos.

Le puede la incompetencia y la falta de talento y le gustan las cosas gestionadas sin la transparencia necesaria. Recordemos el contrato firmado para llevar una final de copa a los países árabes y donde también formaba parte de la operación otro señor de la elegancia y el buen hacer como es el exfutbolista del Barcelona, Gerard Piqué.

Siempre ha superado in extremis situaciones por él provocadas o unido a las ya existentes. Sin control de ningún tipo. Al contrario. Yo decido y yo controlo. Y así, años y años.

Pero llegó el campeonato del mundo de fútbol femenino y ha tenido que ser España quien lo ganase, olé por las futbolistas, para conocer la calaña de este personaje, en función de las situaciones llevadas a cabo por él y conocidas ya de todo el mundo.

Su actitud ha sido completamente inadecuada y soez. Un presidente de lo que sea no puede llevarse la mano a sus genitales cuando asiste a un acto importante y menos, en presencia de la reina Letizia y la infanta Sofía. Y remata la situación con el famoso beso que ha soliviantado a todo un país.

¿Pero cómo es posible ese comportamiento, cómo es posible que, hace solo unas horas, haya declarado que él no dimite? Algún medio de comunicación ha publicado que Luis Rubiales, había llamado al presidente Sánchez, preguntándole, presidente ¿merezco yo esto?

De modo que la medalla de campeonas del mundo de nuestras futbolistas ha conseguido, de paso, desenmascarar de una vez, ya era hora, a este impresentable que se ha aprovechado de su cargo para llevar a cabo acciones que avergonzarían a cualquier persona de bien. Él ha demostrado que no lo es.

Quedan otros temas de los que con seriedad y veracidad debe dar cuenta este presidente que no quiere dimitir pero que no podrá evitarlo.

Y todo esto ha ocurrido precisamente a un presidente del mundo del deporte que aprovecha su puesto para hacer otras cosas que nada tienen que ver con el deporte.

¡Qué culpa tiene el deporte que existan personajes como el hoy comentado! Tiene que salir cuanto antes de ahí. Precisamente por el bien del deporte. Y sí, merece el castigo que le llegará antes que después.

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