Diario de León

Viva la Fiesta Nacional de toros y pasodobles

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Recuerdo que las paredes del famoso bar Pepe, en la plaza Mayor de Villafranca, estaban bien adornadas con carteles y cuadros taurinos de la Fiesta Nacional. Entonces, hasta entonces, años setenta del pasado siglo, la gente de mi pueblo había tenido cierta querencia por los toros, pero no tanta como los célebres artistas Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, y Joan Manuel Serrat.

Los nacionalistas separatistas, que quieren imponerse, siguen insultando incluso a las personas que toleramos las corridas de toros. Nos dicen que lucimos salvajismo, ignorancia y falta de humanidad.

Con el debido respeto, incluso a los que sin razón nos ofenden, afirmo que el toreo es el tótem del mundo libre occidental, del progreso, de la democracia. Ya está bien de meterse con España, con nuestro orgullo nacional, con nuestra seña de identidad más clásica y tradicional. ¿Alguien se atreve a decir que Federico García Lorca, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Dalí, Picasso, Buñuel, Goya, eran unos retrógrados maltratadores de indefensos animales?

Por cierto, ¿qué relación mantuvo Miguel Hernández con la pintora gallega Maruja Mallo, y qué razón hubo para detenerlo en enero de 1936 cuando «en amor y compañía» disfrutaban de los toros en San Fernando del Jarama?

Me place recordar Dos cruces, canción española de fama universal, creada por el vasco Carmelo Larrea (Bilbao 1908- Madrid 1980). Hay un centenar de versiones en muy distintos idiomas y voces, a través de los tiempos. Es una obra intemporal e imperecedera, fruto de un genial músico, compositor y artista amante de la Fiesta Nacional, de los toros, a los que gustaba dibujar. También, entre otras muchas obras, creó el pasodoble español No te puedo querer, y esa maravilla que es Camino verde.

Algunos dicen que Unamuno, Antonio Machado, y Azorín no sentían demasiada simpatía por la Fiesta Nacional, pero sí está claro que, al menos, respetaban a los que no pensaban como ellos, y no como Borges, ateo, de derechas, que tuvo la poca decencia de insultar a los toreros llamándoles de todo. Seguramente buscaba el Nobel, pero no se lo dieron.

Los toros sí encantaban a Benito Pérez Galdós, a Ramón Pérez de Ayala, a Hemingway, y a Federico García Lorca, que dejó escrito: «Los toros es la fiesta más culta del mundo. El toreo es la riqueza poética y vital de España».

Sólo he visto tres grandiosos espectáculos taurinos, dos de ellos en las Fiestas de San Isidro en la Monumental Plaza de las Ventas de Madrid, y el otro en la Plaza de Toros de León. Han sido más que suficientes, pues mí sensibilidad no me permite disfrutar del valor y del riesgo que ofrecen los protagonistas que salen al ruedo. No obstante, seguiré defendiendo las corridas de toros, el rejoneo, la Fiesta Nacional de España con sus maravillosos pasodobles.

A ver si se enteran que incluso en Galicia el pasodoble español se canta y se baila más que las muñeiras, que sí están muy promocionadas y subvencionadas desde todas las administraciones.

A pesar de los agresivos ataques de los antitaurinos, la gente llena las plazas, paga caras entradas, participa y juzga, generando espectáculo y actividad cultural, social y económica. Sin la Fiesta Nacional desaparecería el toro bravo, que es único en el mundo.

Si toleramos o dejamos que los fanáticos antitaurinos nos ganen el pulso, no sólo perderemos nuestra seña de identidad colectiva más importante, es que también acabarán con un verdadero sector productivo que anima y contribuye al principal elemento del PIB que es el turismo.

Todos tenemos derecho a defender nuestro pensamiento, nuestra opinión, siempre y cuando lo hagamos sin agredir, sin insultar. Y yo digo, una vez más, que la inmensa mayoría de los festejos populares o fiestas, más o menos tradicionales, corren por cuenta del erario, que subvenciona a los «artistas» y ofrece espectáculo, gratis total, al público, además de ricas comidas para todos. Es un proceso artificial, nada espontáneo, mantenido única y exclusivamente por los apoyos de las administraciones que riegan el dinero. De no ser así, muchos de estos actos «tan queridos», como los carnavales, hubieran desaparecido totalmente y sin demasiadas lamentaciones; lo cual es muestra evidente de que no estaban, ni están, tan arraigados en el acervo cultural y afectivo-sentimental de la gente, como se nos quiere hacer creer muy interesadamente. Claro que, como es lógico, los toros también reciben subvenciones, pero su cuenta de resultados es muy positiva para España, infinitamente mejor que todos esos carísimos «fiestorros» ya aludidos.

El comunista Eduardo Garzón también está contra la Fiesta Nacional. Es normal, pues sabe de toros y de economía tanto como de música pudiera saber cualquier bebé que marchara en tacatá agitando su sonajero.

Los toros es una buena inversión, rentable. Hay otros muchos festejos populares que sólo son gasto, chabacanería, borracheras, vomitonas, suciedad y, especialmente grave, accidentes de circulación.

El que esté libre de culpa...

Con toda Burbialidad.

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